martes, 2 de julio de 2013

HESSE 116

Eres gruta. Una cueva donde la oscuridad y el agua conforman una tela de araña precisa y vigorosa para el pensamiento, la geometría de la negritud con todas sus consecuencias: todo un laberinto telúrico de perversidades, la divagación, la locura, hasta el crimen formal, la libertad máxima sin el miedo a lo punitivo, ser como actúa el más perfecto animal de presa libre de la traba de la conciencia, ser tan inocente o destructivo como el aire, la catástrofe natural del fuego que no tiene culpa.
Procedes de la caverna, y allí te encuentras muy a gusto, replegada entre las sombras, desafiante a todos los monstruos de la razón, desdeñosa de un cuerpo que sólo merece que lo desestructures una y mil veces con la imaginación, que lo desfigures, que lo trocees y lo sometas a incontables variaciones.
Ese interior donde huele a tierra, a piedra, a agua, eres tú misma, el punto panóptico: ahí te edificas y desde él contemplas la riqueza o el desierto bíblicos, la visión estereoscópica que afianza la realidad por el mismo desmentido subjetivo y descarado con que la desfiguras, ahí adentro te alzas como una arquitectura, como una ciudad, que sólo exige su certificación exterior cuando, cansada de ti misma, la proyectas a la luz de afuera.
Y de nuevo antes de cerrar los ojos y sobrevenga el sueño anegante como un agua sucia: un beckett pianista que buscara la más armoniosa de las cadencias entre dos líneas.
Suplantas un color, pongamos el azul, por una forma…
Combinar esa forma (ahora es forma) con otro color.
Al final, el objeto, la materia.
Todo nuevo material te obliga a pensar todo de nuevo.
Consulto con…
Conversación con…
Una vez puesta en el papel la idea de la obra… ¿no debería bastar?
X. me deja sobre la mesa la página casi desgarrada de un bloc donde ha copiado de su puño y letra un poema corto de Wallace Stevens, “los más señalados enigmas que tú, especialmente tú puedes encontrar en este poeta (al estilo de Mallarmé)”. Me dan ganas de contestarle por carta (¡qué formalidad!): “¡No, no es eso, no es eso!”)
Lo que hago, lo que reflexiono, aún son los rescoldos de las “agendas alemanas”.
Los esquemas y bocetos del 65/66: me dije que debería crear un diccionario de “estímulos gráficos”.
El problema de las escalas. Sueño la dimensión real: me asusto. Los pequeño bocetos son “inofensivos” a pesar de todo. Cuando ya en la galería, a los ojos de todo el mundo, adquieren su verdadero tamaño parecen… ofender. El desafío calculado (tal vez) se transforma en afrenta
¿En qué momento se da la versión definitiva…? ¿Qué ultima la obra?
Conversación con el cantero. Menciona a Miguel Ángel.
Dibujo: apenas la idea; en 3D, todo cambiante. El aire: papel: cuelga.
De nuevo Miguel Ángel: los canteros.
El cielo terrible de agosto de Carrara.
La escultura es un trabajo sucio. Imagina los carros cargados de bloques desgajados de la roca de la montaña tirados por bueyes, el polvo del camino, los gritos y el sudor de los hombres con la piel quemada por el sol, el cansancio, el aire blanco.
Los títulos (evitarlos de larga extensión, pero hacerlos oscuros).
La alusión mitológica, acaso inadvertida (lo preferible).
No puede ser moderna si trabaja con materiales antiguos.
Viernes: no leo ni una página del libro prestado por… (lo devolveré sin abrirlo: fue él quien lo sugirió.
En Times Square: una niña me mira fijamente. Una hora después descubro quien es: no puedo volver sobre mis pasos y manosear mi infancia. ¿Qué hacía sola allí, entre toda esa gente apresurada y el peligro acechante del tráfico por todos los lados?
Donde se esconden los monstruos, dragones humeantes.
Por la tarde: c./7u.
Inútil pensar en nada claro cuando llovizna tenaz, ininterrumpidamente: en realidad, entonces sólo me veo a mí misma, viendo lo que pienso, ajena al exterior, al mundo.
Conting.: podría ser cualquier otra cosa.
Hizo un largo viaje, cruzó un océano… sólo para comprobar a su regreso que se había quedado esperándola en su lugar de origen.
Hist. de los judíos (historia de lo judío).
La muerte de la madre “contra la tierra”.
La “intrusa”/túneles.
Una vida en capítulos. “Estoy en el IV” (por ejemplo). Prosigo por el VIII. Retrocede al II… ¿A quién se la dedico?
Resinas: no es tanto lo que utilizo como lo que he dejado de utilizar.
Est. el bestiario humano de una tal Arbus. No te reconoces en ellos, pero en el sufrimiento de su diferencia. Aunque, ¿ellos, los patéticos retratados, lo creen de ese modo?
Ahora, ya en el paseo semanal hasta el hospital de Nueva York, todos los días son “el buen día”.
No, yo no deseo transformar la realidad (¿para qué?), basta que le adjunte (o le “estampe”) mis ocurrencias expresivas: forman parte de ella.
¿No es ello un ejemplo de humildad?
(X. pensaba en la celada, en las arenas movedizas que sostenían falazmente la afirmación de la artista, como dicha al desgaire, a vuela pluma de una conversación cuyos arranques y parones, arbitrariedades y desviaciones eran producto de la provisión inagotable de vino blanco. Todo son trampas cuando las lenguas se desatan e ignoran la contención. Bebíamos en copas de oro, doradas eran las tardes de septiembre, y dorada era nuestra juventud.
Puso la cara seria, de buena chica, y desviaba la vista para no echarse a reír.)
Las fotos de…
En attendant Godot: revisar pasaje pág. 64-65. Edit. M.
-No viene nadie. No pasa nadie. Nadie se va. Es terrible.
-Dígale que piense.
-Dele su sombrero.
-¿Su sombrero?
-No puede pensar sin sombrero.
G.: “Claro que llego a todos los sitios… ¡Son los lugares los que no coinciden conmigo!”
“Le estábamos esperando.Pase.”
(Y le cierran la puerta en sus narices.)
¿Cómo se escribe con una estilográfica Blackbird, señor Saposcat?