lunes, 27 de enero de 2014

HESSE 131

(Se tornó muy humilde a partir del 69.)
Se supo vulnerable, así que…
El cuerpo es tu casa: si vuelas por una de sus ventanas abiertas y te estrellas contra el pavimento, adiós, criatura… ¡Se acabó la partida!
El gris, a la vez que define el absurdo, subraya la fragilidad e impostura con que la naturaleza de un modo irónico, o peor, grotesco, inviste a sus víctimas (como ella).
En la vida real no todo es blanco o negro… es gris.
De acuerdo, ¿qué clase de gris?, ¿gris-blanco?, ¿gris-negro?
Es capaz de utilizar nueva líneas bien colmadas de palabras para describir una vulgar disposición que, curiosamente, ¡termina imponiéndose a ella misma, la autora!, ¡¡como si tal cosa!!:
“… tan pronto como comenzaron a caer [las cuerdas de Ennead] lo hicieron sin que yo me lo propusiera de muy diferentes maneras, y a medida que bajaban hasta el suelo, más caótica parecía la composición…” Pero en el “caos” no es preciso que gobierne el mismo azar, basta con enredar las cosas y que empiecen a urdir su propia algarabía.
“Ah… Hago cosas demasiado hermosas, y demasiado correctas (?)…”, se afirma a sí misma convencida la chica de los “Bowery Boys”.
Podríamos hacer un robot sensacional, chicos:
“Y de cronista la Lippard; Andre, los huesos; Serra, los músculos; Hesse, el cerebro..”
Cerebro… ¡tanto hurgaron ahí!
“Big” Eva Hesse (la madrastra), hacia 1954, dictamina con autoridad: “Niña, dos veces por semana, al loquero.”
¿Quién va a pagar?
Serás una chica del OPR.
¡A qué precio!
No hay alternativa a ese programa de ayuda (demasiada pasta para mí y para tu padre).
¡Dios, una pequeña vangogh!
Un Van Gogh con vagina…
Arte y locura: es una combinación usual, para qué vamos a negarlo.
Otra vez junto a una ventana, mirando afuera: todo lo irreal por pasajero, por efímero: todo “eso” será imposible dentro de mil años: otros colores, otros ruidos, y las gentes, quien sabe de qué y cómo y dónde…
Naturaleza humana… temporal es tu definición.
La muerte de los otros sólo corrobora la nada que les espera a todos los vivos.
Daddy murió demasiado pronto.
Todo ha sido demasiado pronto en mi vida.
Otra vez la tarde tan amarilla que parece que se va a trocear de un momento a otro, a desplomarse en pedazos, a romperse, o convertirse en un fluido amarillo, una espesura de amarillo intenso, como saliendo del tubo del óleo (sagrado).
Una ya no actúa: espera. La aturde el miedo. Sabe lo que va a pasarle, pero no lo que pasará después. Aunque…
Vacía por dentro. Lo notas, sientes como el vacío va ocupando el lugar del corazón, el hueco de los órganos, secando las venas. Cuentas los minutos hasta que la cáscara se desmorone sin apenas ruido, como si nada.
En 1966, en agosto: “¿qué pasará después de esto? Pero eso era todo… Hasta hoy.”
“Aunque también llegó el terror y la angustia y algo sembraron en mí, y ahora ha nacido y brota, quiere su espacio, su lugar donde crecer, nutriéndose de mí, matándome…”
La muerte de los otros sólo corrobora… Etcétera.
Trabajar aun siendo un autómata, como el condenado a muerte a quien van a ejecutar y continúa respirando, continúa boqueando, continúa…
Basta de lloriquear... siempre a solas, sin dios:
todo dios es oscuridad, nunca se dejan ver (y lo que se ve nada tiene de ellos, ni un átomo de su etérea sustancia tiene la roca, el agua, el cielo), ni por un instante abandonan las tinieblas…
(En efecto, Biberkoph.: un hombre tiene derecho a esperar del destino algo más que un pedazo de pan.)
¿Divagas? Divago.
Una puede experimentar con el pensamiento como experimenta con el material, una es artista, el soporte es la imaginación, incluso el disparate puede serlo, la incongruencia, lo imprevisible de lo inmediato y peregrino.
Albers entró por la puerta con un montón de periódicos: “Aprenderemos a trabajar con materiales baratos”, dijo cuando yo era inmortal, en los cincuenta.
(El pensamiento es gratis, incluso puesto negro sobre el blanco de una hoja de papel).
Acto seguido, repartió a cada uno las grandes hojas ante el desconcierto  general sin dejar de advertirnos, extrañamente, que no era necesario que leyéramos antes las noticias y los artículos impresos: “Trabajar con un material tan frágil, y tan sólo con sus manos, sin ninguna herramienta, exige solucionar problemas: ése será el arte de ustedes en los próximos días, hallar soluciones.”
Más adelante: ¿Era el color un material? Sin duda, puesto que enmaraña el de su soporte.
Serra lanza una porción (¿calculada?) de plomo derretido sobre una de las paredes de Leo Castelli: al escurrirse de la superficie, crea una forma en movimiento hasta que se detiene y crea otra más inesperada: “Yo, el artista, sólo soy el material electo, el lanzamiento, lo procesual… He ahí la forma como accidente, sin correcciones, a la prima.”
Toda pedagogía artística ha de ser subrepticia, refractaria al mandato, proyectada a la libertad del recipiendario.
(¿Pedagogía? Siendo una cría sólo tenía ojos para contemplar los barcos que cruzaban el gálibo del Georges, en Washington Heigths… Apenas observaba la estructura fenomenal que colgaba por encima, ¡lo escultórico! El agua, y el aire, eso parecía bastar.)
Ahora, ¿qué serías? ¿Una rosa, el trébol, la levedad del jazmín…?
¡Una planta carnívora, una planta venenosa, la hiedra y su abrazo mineral (sic)...!

domingo, 19 de enero de 2014

HESSE 130

No existe la frontera que separa lo normal de los monstruos; las que creemos que nos mantienen a salvo de ellos y nos defienden de la locura y la perversión son imaginarias. Nada de la vida separa de la muerte, de la enfermedad y la desesperación, de lo abyecto y lo abominable, de la ridiculez del fastidio de una tarde aburrida.
Algo de monstruo tienes, joven mujer: una rara partenogénesis propicia el alumbramiento de la artista: para ello tuviste que repudiar al marido, que muriera el padre… que con griego y trágico (afectado) desplante desgajaras de ti a la esposa y a la hija.
El no-arte era… la nada.
¿Has sido capaz de vender la nada?
Ya lo creo: andamos en tiempos de credulidad, ¿o no quedamos en eso?
Era una nada consciente, sin engaño: la propia obra se desintegra a sí misma al cabo de un tiempo: el tiempo de la vida de un hombre, con los días contados, con el destino justo, que el arte muera con él (... y aquel coleccionista se llevó al averno sus entretenimientos, nada dejaría tras de sí.)
En el 67, cuando hundes los brazos hasta el codo en esa charca tóxica, en ese lago de prohibiciones, encuentras la piedra filosofal tan buscada, y esa inversión te costará la vida: hará de ti escoria, y la materia revelada en el crisol destellará a la luz del astro. Váyase lo uno por lo otro.
Se lamenta, poco antes del amanecer: “Soy imprevisible, cambiante, exagerada…”
Exactamente como el día que empieza clarear al otro lado de la ventana (donde todo parece suceder, donde todo puede empezar o acabar, ser o ser humo, pensamiento, sueño, ocurrencia, grandes distracciones).
Right After:
216 pies de fibra de vidrio recubierta de resina.
¡Cuántas cosas caben en esa línea…! Centenares de páginas se adentran en tamaña caligrafía, en ese lío fenomenal se enreda el mundo y tú misma, puro azar de sus vueltas y revueltas: la mesura y el control minimalista se disuelven en este vitriolo, en esta agua regia que con todo puede y desordena tu biografía.
Y coges el extremo de esa cuerda de 70 metros y empiezas a escalar (o a recorrer) por todos los caminos que la imaginación quiera llevarte. Sin cortapisas. Sin orden ni concierto. Del principio hasta el final. Sin respiro. Hasta alcanzar el otro extremo de la cuerda que te haga caer sin remisión a este lado del paraíso o del abismo. Esa línea que con sus caprichos y marañas podría ser el curso de tu correría vital, la biografía terrible de tus sueños y pesadillas, el electrocardiograma de una conciencia que va y viene entre fracasos, logros, secretos, contradicciones…
 (Pero esa línea, esa topografía intelectual y física, cambia a cada instante, se modifica, se entorpece a sí misma, se anuda y se desata, se entremezcla, se separa, se confunde, convoca interrelaciones, estratos, conexiones, honduras…)
¿Qué poción es ésa?
Lo inextricable: una mezcla de obstinada meditación ante lo incomprensible y el absurdo de la naturaleza (que sí tiene sus leyes y causas lógicas, pero que ante lo humano se muestra de una estupidez grandiosa: bebés que mueren antes de abrir los ojos al mundo, leucemias adolescentes, tumores juveniles, seres contrahechos o juguetes sombríos o grotescos de la locura) y el rechazo irrenunciable a simplificarla mediante los contenidos más gráficos y de mayor simpleza.
¿Tenemos Cábala, pequeña judía? ¿Es tu mirada hostil o indagadora? ¿Qué cálculos son los tuyos? ¿A qué oscuridad nos conduces? ¿Nada de lo oculto te es ajeno? ¿De verdad ordena un Método ese barullo de Right After?
¡Qué talismánica función albergan tus enredos? ¿O sólo se trata de antojadizos y hasta aleatorios entrecruzamientos, gordianas ataduras que la mirada basta para deshacer?
Bonito pasatiempo al que dedicarse en estas aceleradas épocas de los setenta: descubrir laboriosamente, como en el juego de las siete diferencias, los misterios ocultos.
¿Qué Zohar te instruye y te guía?
¿A qué salvación nos abismas?
¿Eres tú Nuestra Luz?
¡Oh, querida, sólo tú me interesas!
(Y acaso algunos demonios y ciertas clases de peces, san Malcolm, 1,1.).
En verdad, en verdad te digo que este desfile de provocaciones visuales bien merece una carta a Helder donde… explicites, explicites, explicites en abrumador ejercicio deconstructivo las intenciones, los símbolos (o no símbolos), los estratos invisibles a las groseras apariencias, las referencias, las alusiones, los enigmas, las soluciones, las yuxtaposiciones, los enhebrados, los vínculos, el homenaje, la razón, el imperativo categórico…“Son palabras, es lo único que tengo, y a pesar de ello, me van faltando, la voz se confunde, bien, bien, conozco eso, debo conocerlo, será el silencio…”
-¿Qué es esto?
-Nada.
-Si creas cosas que son nada, son nada.

jueves, 9 de enero de 2014

HESSE 129

Hesse mirando “Hang up”:
los años que han de sucederme depararán acontecimientos y cosas que me son imaginables… como “esto” (tecnología invisible, aventuras mentales sintéticas, dioses verdaderos, aunque mecánicos,  tiempos y espacios fabricados…)
pero ahora excavo más y más hasta dar con los auténticos yacimientos del absurdo, allá en lo más oscuro donde subyace la verdadera clave de la vida: el sinsentido…
en todo caso, tiene su propio significado, por eso puede ignorarse tranquilamente cualquier otro que se le confiera, incluso desafía la desaprobación o el desprecio.  
¿Épater le bourgeois?
Demasiado ensimismada, y más allá de la propia vanguardia, lejos de cualquier alienación (incluida aquélla, en manos de circenses), apegada a la realidad más que ningún otro artista, absorta en la “mismedad” del vacío, de la auténtica nada.

Cuidado: “… las húmedas brumas de noviembre…”
El noviembre de Melville, el noviembre de Lowry, el noviembre de.
Todo este libro no es más que un borrador (o no: el borrador de un borrador)… Señor, dame Tiempo, Fuerza, Dinero, Paciencia (Melville)
¡para dejarlo como está!
El arte nace con la muerte. Es una ofrenda a los muertos.
Vosotros gritáis demasiado.
Dos muescas en la lápida de un neanderthal de hace 50.000 años es la prueba artística más antigua que se conoce.
A ti, muerto.
Right After:
elimina a Dios del Universo a la manera beckettiana: ha eliminado al artista: la primera obra sin firma.
Dioses…
Pues un día, les dijo la neoyorquina en el Año I de la Fibra de Vidrio, han de bajar a la tierra los dioses menores venidos de algún punto inescrutable del universo:
”Somos el dios al que rezáis y venimos de ese lugar extraño por ignoto e indescriptible al que eleváis vuestra mirada suplicante. Pero no os llaméis a engaño, somos tan ignorantes como vosotros, puesto que tampoco sabemos el nombre ni la sustancia de aquello, materia o aliento, que nos concibió a nosotros.”
Bueno, él, El Listo, está en los primeros treinta (pero ya más cerca de los cuarenta que de los veinte), no es expresidiario, no tiene los ojos alegres: bueno, está bien, vamos a hablar de la luna… bueno, y al final se muere uno (se abre las venas, por ejemplo), y lo cargan en una carreta en compañía de gatos y perros callejeros muertos, bueno, qué iban a hacer, lo arrojan al vertedero de la ciudad, pero qué más da entonces: la estética para los vivos, el mundo de los muertos es todo oscuridad, y el arte es luz, bueno, pues antes de eso anda y anda por las calles, como si huyera de algo o tuviera prisa por llegar a algún sitio (viene a ser lo mismo), pero no anda a ciegas, y todo lo ve, lo ve como se ve un cuadro, una escultura, el pensamiento feliz de un filósofo, la poesía, la buena prosa de aquellos que esconden una pata de conejo en el bolsillo (el izquierdo, naturalmente).

(¿Todo encaminado a un fin?
¡Qué torpe presunción humana!
Nada del futuro me es mostrado, y ese empecinamiento teleológico no guía mis pasos ni justifica una obra que se nutre de la savia antigua y pródiga.
¿Ha de ser mi muerte estúpida y prematura necesaria para un futuro sin mí?
Todo futuro es pasado.
¡Qué farsa, el futuro, los cielos, EL CIELO! Palabras que pierden todo su sentido al imaginarlas como meros puntos invisibles en el negror del cosmos.

“Hemos muerto los dos a la vez”, le dijo en el año 2008 E. G. O’Brian (también llamado Charles Willis), a la artista Eva Hesse, muerta treinta y ocho años antes.
“¿Cómo es eso?”
“¿No estamos ahora uno frente a otro?”
“Pero, ¿de dónde vienes tú?”
“De ahora mismo. De donde tú estás.”

Gimen de espanto los monolitos, alertan del mal de la especie maldita.