miércoles, 21 de agosto de 2013

HESSE 117


El espacio como lienzo donde se pinta, la tabla primitiva que sostiene los milagros y dorados del pigmento… El espacio también como la piedra que se talla.
La bellísima esquina del Flatiron: su arquitecto suicida: vértice/vértigo.
“Voy a morir”, me digo, y pienso en el libro que no leeré, las noches de luna llena que han de sobrevivirme, las nuevas melodías del verano que susurran en la brisa perfumada del atardecer… (por la oscura ventana abierta: una baladA indescifrable).
(Chesterton, cuando intentaban inquietarle con un probable fin del mundo: “¿Por qué razón he de preocuparme por ello? El fin del mundo ya ha ocurrido muchas veces.”)
El arte es lo espiritual; es decir, las preguntas sin respuesta, lo irracional, lo oscuro, lo que está más allá de lo visible: exige la fe.
Sade: lo pornográfico no está en el relato sino en el añadido filosófico.
Pornografía del pensamiento
Somos miles, reconoció con el pincel en la mano (¡y no lejos del… ¡caballete!): miles… en esta feria de las vanidades que más que un acerbo Thackeray, un irónico Cervantes o un esclarecido y tajante Shakespeare ha de toparse más tarde o más temprano con la carcajada ecuménica y circense de un obsceno Rabelais cronista de su desmesura.
Me valgo de un lenguaje que necesariamente se desvanece en la plástica que apuntala… como el lenguaje que crea la poesía, que la revela y él termina desapareciendo como una madre sacrificada y efímera que muere en el alumbramiento.
K.A.P.: No soy lo suficientemente judía, ni lo bastante puritana, para creer que los pecados del padre y/o de la madre condenan a su generación.
The Leaning Tower and Other Stories.
(Reseña de Edmund Wilson en el New Yorker de setiembre del 44: a esta mujer no se la puede interpretar según ninguna de las fórmulas conocidas…”).
The Leaning...: el desconcierto del artista, una Alemania hacia lo grotesco pero también dirigida a lo criminal.
La Torre de Pisa, que hace de la decorosa ruina la mejor llamada para su contemplación.
¿De qué modelo partimos?
1900: ¿De la muñeca Pandora?
Parto de lo humano.
Parto del espíritu.
2000: Adiós al modelo 90-60-90.
Altas, desgarbadas, huesudas, (cuello estrecho, cintura estrecha, tobillos estrechos), salvadas in extremis de Bergen-Belsen, vomitadas del mundo real, anoxéricas, con mal aliento a causa de las huelgas de hambre, ojos muertos, la expresión vacía… ¡Disfrazadas, acechadas, desechadas, maltrechas, asquerosas!
Nuevos estandartes de lo bello.
Tiene que ser breve, exigió. Existen las obras de arte breves. No más de siete segundos de observación.
De la imaginación nace el lenguaje, siempre posterior.
Viaje en metro: los que leen, los que miran al vacío, o adentro de sí (adonde quizás sea mayor el desierto), los que cierran los ojos…
Cojo el metro en la 103 hasta Canal (noviembre, lunes, lluvioso, de vuelta a casa pasada la media tarde, olor a ropa mojada, al aire y aliento densos y metálicos de la gente anónima y viajera al país-de-nunca–jamás-triunfarás):
pasajeros que viajan (que huyen de ojos enemigos: cansados, hastiados, muertos, y si vivos, hostiles) a través de Dickinson, Sports Illustrated, Hunter, F.B.I.’s Stories, Malamud, Village Voice, Hemingway, The New York Times, Frost, Kafka, Cain, Daily News, Susan, Batman, Mailer, Blondie, Dante, una biografía de Lincoln, Sports Illustrated (2), Updike, Sex, Fleming, The New York Times (2), Wouk, Detective, Goodis, Daily News (2), Hemingway (2), Parker, Superman, la Biblia, una biografía de JFK, Uris, Hágalo usted mismo, Stanley-Gardner, Zola, Girls!, Daily News (3), Ambler, Shakespeare, Waltari, Life, Robbins, Daily News (4), Whitman, Sports Illustrated (3), la Biblia (2)…
En el exterior, sigue lloviendo con fuerza. Corro a zancadas hasta el “refugio del estudio”, como una niña chapoteando en los charcos junto a los bordillos, deseosa del claustro.
De repente se escucha el tintineo de las campanillas que cuelgan sobre la puerta de la entrada de mi estudio: todos los fantasmas… ¡de adentro! comienzan a salir por el hueco abierto. Cesa el sonido: aún quedan tras la puerta cerrada un buen puñado de ellos, y acaso los más burlones y atrevidos.
Lo mejor de lo que escribe lo guarda para sí: lo destruye. (Pero le ha dado vida, lo ha hecho existir¡era posible! ¡y él lo ha hecho!).
Las ideas (o la intuición) en el estudio: no hacerlas visibles, pues son diálogos con una misma, miedos, rarezas, desafíos… O los escombros, las sobras, la punta del iceberg que se ve.
-Sólo es un verso. Puro sonido.
-Pero…
-¿Para qué más?
Criptografías. También, enunciado. Es suficiente.
De pequeña (gritándole a Helen): “¡Claro que me gustaría estar muerta…! Pero, ¿cómo se vuelve después?”
Cualquier cosa podría ser de un color distinto al que muestra bajo la luz.
(¡Pero ningún rojo es igual a otro rojo!)
La forma (por innúmera) es sagrada.
El recuerdo entre la espesura viscosa del cerebro:
jueves, 26 de noviembre de 1964: frente al hombre terrible, los ojos esperanzados que, a veces, parecen suplicar ayuda, y, otras veces, demandar tu complicidad absoluta con el pecado del orgullo y en todo momento los tremendos paisajes de su alma: Vincent van Gogh, amarillo y colérico.
Toda obra es interior: ves por una ventana.
Los buenos sentimientos, el propósito ecuménico de hacer el bien, de ser el bien: aún estamos a tiempo, afirmaba el encantador de serpientes, todavía mueren muchos más seres humanos pacíficamente en sus camas que a causa de los desastres de la guerra…
Pues a la desmesura…:
“Mi arte demanda el principio antrópico: existe porque será observado, y a esa contemplación debe su inexcusable existencia: en el mismo instante de su creación requería tus ojos.”