Hesse mirando “Hang up”:
los años que han de
sucederme depararán acontecimientos y cosas que me son imaginables… como
“esto” (tecnología invisible,
aventuras mentales sintéticas, dioses
verdaderos, aunque mecánicos, tiempos y espacios fabricados…)
pero ahora excavo más y más hasta dar con los auténticos
yacimientos del absurdo, allá en lo más oscuro donde subyace la verdadera clave
de la vida: el sinsentido…
en todo caso, tiene su
propio significado, por eso puede
ignorarse tranquilamente cualquier otro que se le confiera, incluso desafía la
desaprobación o el desprecio.
¿Épater le bourgeois?
Demasiado ensimismada,
y más allá de la propia vanguardia, lejos de cualquier alienación (incluida
aquélla, en manos de circenses), apegada
a la realidad más que ningún otro artista, absorta en la “mismedad” del
vacío, de la auténtica nada.
Cuidado: “… las
húmedas brumas de noviembre…”
El noviembre de
Melville, el noviembre de Lowry, el noviembre de.
…Todo este libro no es más que un borrador (o no: el borrador de un
borrador)… Señor, dame Tiempo, Fuerza, Dinero, Paciencia (Melville)…
¡para dejarlo como
está!
El arte nace con la
muerte. Es una ofrenda a los muertos.
Vosotros gritáis
demasiado.
Dos muescas en la
lápida de un neanderthal de hace 50.000 años es la prueba artística más antigua
que se conoce.
A ti, muerto.
Right After:
elimina a Dios del
Universo a la manera beckettiana: ha eliminado al artista: la primera obra sin
firma.
Dioses…
Pues un día, les dijo la neoyorquina en el Año I de la
Fibra de Vidrio, han de bajar a la tierra los dioses menores venidos de algún
punto inescrutable del universo:
”Somos el dios al que
rezáis y venimos de ese lugar extraño por ignoto e indescriptible al que
eleváis vuestra mirada suplicante. Pero no os llaméis a engaño, somos tan
ignorantes como vosotros, puesto que tampoco sabemos el nombre ni la sustancia
de aquello, materia o aliento, que
nos concibió a nosotros.”
Bueno, él, El Listo,
está en los primeros treinta (pero ya más cerca de los cuarenta que de los
veinte), no es expresidiario, no tiene los ojos alegres: bueno, está bien,
vamos a hablar de la luna… bueno, y al final se muere uno (se abre las venas,
por ejemplo), y lo cargan en una carreta en compañía de gatos y perros callejeros
muertos, bueno, qué iban a hacer, lo arrojan al vertedero de la ciudad, pero
qué más da entonces: la estética para los vivos, el mundo de los muertos es
todo oscuridad, y el arte es luz, bueno, pues antes de eso anda y anda por las
calles, como si huyera de algo o tuviera prisa por llegar a algún sitio (viene
a ser lo mismo), pero no anda a ciegas, y todo lo ve, lo ve como se ve un
cuadro, una escultura, el pensamiento feliz de un filósofo, la poesía, la buena
prosa de aquellos que esconden una pata de conejo en el bolsillo (el izquierdo,
naturalmente).
(¿Todo encaminado a un
fin?
¡Qué torpe presunción
humana!
Nada del futuro me es
mostrado, y ese empecinamiento teleológico no guía mis pasos ni justifica una
obra que se nutre de la savia antigua y pródiga.
¿Ha de ser mi muerte
estúpida y prematura necesaria para
un futuro sin mí?
Todo futuro es pasado.
¡Qué farsa, el futuro,
los cielos, EL CIELO! Palabras que
pierden todo su sentido al imaginarlas como meros puntos invisibles en el
negror del cosmos.
“Hemos muerto los dos
a la vez”, le dijo en el año 2008 E. G. O’Brian (también llamado Charles
Willis), a la artista Eva Hesse, muerta treinta y ocho años antes.
“¿Cómo es eso?”
“¿No estamos ahora uno
frente a otro?”
“Pero, ¿de dónde
vienes tú?”
“De ahora mismo. De
donde tú estás.”
Gimen de espanto los
monolitos, alertan del mal de la especie maldita.
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