(Se tornó muy humilde
a partir del 69.)
Se supo vulnerable,
así que…
El cuerpo es tu casa:
si vuelas por una de sus ventanas abiertas y te estrellas contra el pavimento,
adiós, criatura… ¡Se acabó la partida!
El gris, a la vez que
define el absurdo, subraya la fragilidad e impostura con que la naturaleza de
un modo irónico, o peor, grotesco, inviste a sus víctimas (como ella).
En la vida real no
todo es blanco o negro… es gris.
De acuerdo, ¿qué clase
de gris?, ¿gris-blanco?, ¿gris-negro?
Es capaz de utilizar
nueva líneas bien colmadas de palabras para describir una vulgar disposición
que, curiosamente, ¡termina imponiéndose a ella misma, la autora!, ¡¡como si
tal cosa!!:
“… tan pronto como
comenzaron a caer [las cuerdas de Ennead]
lo hicieron sin que yo me lo propusiera de muy diferentes maneras, y a medida
que bajaban hasta el suelo, más caótica parecía la composición…” Pero en el
“caos” no es preciso que gobierne el mismo azar, basta con enredar las cosas y
que empiecen a urdir su propia algarabía.
“Ah… Hago cosas
demasiado hermosas, y demasiado correctas (?)…”, se afirma a sí misma
convencida la chica de los “Bowery Boys”.
Podríamos hacer un
robot sensacional, chicos:
“Y de cronista la
Lippard; Andre, los huesos; Serra, los músculos; Hesse, el cerebro..”
Cerebro… ¡tanto
hurgaron ahí!
“Big” Eva Hesse (la
madrastra), hacia 1954, dictamina con autoridad: “Niña, dos veces por semana,
al loquero.”
¿Quién va a pagar?
Serás una chica del
OPR.
¡A qué precio!
No hay alternativa a
ese programa de ayuda (demasiada pasta para mí y para tu padre).
¡Dios, una pequeña vangogh!
Un Van Gogh con
vagina…
Arte y locura: es una
combinación usual, para qué vamos a negarlo.
Otra vez junto a una
ventana, mirando afuera: todo lo irreal por pasajero, por efímero: todo “eso”
será imposible dentro de mil años:
otros colores, otros ruidos, y las gentes, quien sabe de qué y cómo y dónde…
Naturaleza humana…
temporal es tu definición.
La muerte de los otros
sólo corrobora la nada que les espera a todos los vivos.
Daddy murió demasiado pronto.
Todo ha sido demasiado
pronto en mi vida.
Otra vez la tarde tan amarilla que parece que se va a
trocear de un momento a otro, a desplomarse en pedazos, a romperse, o
convertirse en un fluido amarillo, una espesura de amarillo intenso, como
saliendo del tubo del óleo (sagrado).
Una ya no actúa:
espera. La aturde el miedo. Sabe lo que va a pasarle, pero no lo que pasará
después. Aunque…
Vacía por dentro. Lo
notas, sientes como el vacío va ocupando el lugar del corazón, el hueco de los
órganos, secando las venas. Cuentas los minutos hasta que la cáscara se desmorone
sin apenas ruido, como si nada.
En 1966, en agosto:
“¿qué pasará después de esto? Pero eso era
todo… Hasta hoy.”
“Aunque también llegó
el terror y la angustia y algo sembraron en mí, y ahora ha nacido y brota,
quiere su espacio, su lugar donde crecer, nutriéndose de mí, matándome…”
La muerte de los otros sólo corrobora…
Etcétera.
Trabajar aun siendo un
autómata, como el condenado a muerte a quien van a ejecutar y continúa
respirando, continúa boqueando, continúa…
Basta de lloriquear...
siempre a solas, sin dios:
todo dios es
oscuridad, nunca se dejan ver (y lo que se ve
nada tiene de ellos, ni un átomo de su etérea sustancia tiene la roca, el agua,
el cielo), ni por un instante abandonan las tinieblas…
(En efecto,
Biberkoph.: un hombre tiene derecho a esperar del destino algo más que un
pedazo de pan.)
¿Divagas? Divago.
Una puede experimentar
con el pensamiento como experimenta con el material, una es artista, el soporte
es la imaginación, incluso el disparate puede serlo, la incongruencia, lo
imprevisible de lo inmediato y peregrino.
Albers entró por la
puerta con un montón de periódicos: “Aprenderemos a trabajar con materiales
baratos”, dijo cuando yo era inmortal, en los cincuenta.
(El pensamiento es
gratis, incluso puesto negro sobre el blanco de una hoja de papel).
Acto seguido, repartió
a cada uno las grandes hojas ante el desconcierto general sin dejar de advertirnos, extrañamente, que no era necesario que
leyéramos antes las noticias y los artículos impresos: “Trabajar con un
material tan frágil, y tan sólo con sus manos, sin ninguna herramienta, exige
solucionar problemas: ése será el arte de ustedes en los próximos días, hallar
soluciones.”
Más adelante: ¿Era el
color un material? Sin duda, puesto que enmaraña el de su soporte.
Serra lanza una porción
(¿calculada?) de plomo derretido sobre una de las paredes de Leo Castelli: al
escurrirse de la superficie, crea una forma en movimiento hasta que se detiene
y crea otra más inesperada: “Yo, el artista, sólo soy el material electo, el
lanzamiento, lo procesual… He ahí la forma como accidente, sin correcciones, a la prima.”
Toda pedagogía
artística ha de ser subrepticia, refractaria al mandato, proyectada a la
libertad del recipiendario.
(¿Pedagogía? Siendo
una cría sólo tenía ojos para contemplar los barcos que cruzaban el gálibo del Georges, en Washington Heigths… Apenas
observaba la estructura fenomenal que colgaba por encima, ¡lo escultórico! El
agua, y el aire, eso parecía bastar.)
Ahora, ¿qué serías?
¿Una rosa, el trébol, la levedad del jazmín…?
¡Una
planta carnívora, una planta venenosa, la hiedra y su abrazo mineral (sic)...!
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