martes, 30 de abril de 2013

HESSE 109


Domina el tiempo a tu antojo, desármalo: los mayas tenían un mes de cinco días.
Haz que tu vida tenga mil años.

Mueres en el Egipto anterior a las pirámides cuando todo es un gran desierto de arena calcinada: han puesto un báculo en tu mano, han calzado tus pies con sandalias blancas de cuero… Andarás en regiones tan ignotas que carecen de nombre, hasta que tus sandalias se desgasten, hasta que alcances el camino de vuelta de la muerte…

Todo el fardo académico, de perfiles vanguardistas o no, le ha llevado al final a un primitivismo inclasificable, a un gutbucket plástico liberado de toda regla y contención.

 Hela ahí, arropada por otros impíos: una jam session donde cada uno lanza su rugido y, al menos durante unos minutos, se celebra a sí mismo, estampa en el rostro de los espectadores un break inusitado e imprevisto.

La materia es mi pensamiento, una ideación…
Oh, Gran Alquimista, ¿no hallabas las hechuras de tu obra en el mismo Saturno tu planetamadre y benéfico?

Convienen en ello: “El arte moderno es la moderna alquimia; la vanguardia real, filosófica y material.”

Ella habla con el Gran Maestro escondido en los cielos.
Ella, que utiliza el agua tridestilada.

Una ciencia es la alquimia…
Una ciencia es el arte…

Ha leído los cien mil libros y manuscritos que los siglos han acumulado sobre el sapientísimo arte de la alquimia.
Ha buceado en las aguas de plata del Gran Tratado.
Ha destilado mil veces el agua con que limpia sus manos.
Oh, joven novicia, al igual que los antiguos adeptos a la alquimia se envenenaban de los tóxicos vapores del mercurio y les adentraban en el delirio, así tú has entrado en la locura.
-¿Qué buscas?
-La combinación mágica… La llave.
-Nada hay más sencillo que las reglas elementales del juego del ajedrez… Mas, ¿existe algo superior al infinito de sus inimaginables combinaciones?
-¿De dónde surges?
-Del horno, del crisol.
-¡Fantástico pasatiempo! Se entrega el silencio, burla la vida, ignora la muerte mientras el fuego robado la consume.
-No crees lo que hago al serte imposible comprender el “porqué”.
Usa el mortero de ágata.
Tiene la paciencia del Universo que prolonga su dibujo en el cosmos durante miles de millones de años.
-Física y química amparan la justicia de mi Arte.
-La puerta a los misterios…
-Abierta o… cerrada. ¡Qué más da!

¡Qué mujer en un país de hombres. O no… Una artista entre artistas. Frente a un Davy Crockett se halla una Moly Pitcher; cara a cara con Kit Carson está Jemima Boone…

Una mañana fría y lluviosa de sábado donde no tengo donde ir más allá de los tumbos habituales. Así que, naturalmente, acudo a The Green Train.
Alguna cita mía equivocada días pasados ha sublevado al librero vengativo:
“No hace ni tres horas que alguien rebuscando en ese cajón, que inocentemente tienes por tuyo, arrambló con un Collier’s Weekly de 1898: The Turn of the Screw.”
Y sigue:
“Por cierto (o ya puestos, o mira por donde, o por otra parte, o dicho sea de paso), ¿qué nos cuenta en realidad James a lo largo de las escasas cien páginas valiéndose de las singulares andanzas de Miles y Flora? Todo lo que tú quieras imaginar mientras lees ese maquiavélico amusette.

Tu neurosis es la rareza de tu trabajo. ¿Qué es la normalidad? ¿Qué es lo sensato en el arte?
“¿Es, Eva, tu obra tu pene?”
Primero la inquietud y luego el desprecio flamearon con rabia en sus pupilas. (Cualquier arma arrojadiza con que reventarle el cráneo a ese tipo de más que probable eyaculación prematura.)
“Si la angustia refleja mi neurosis, ¿qué evidencia la hostilidad de ellos respecto a mi obra?”
Uno de lo loqueros ante Vinculum: “Ha sustituido la angustia por la sinrazón.”
Tu obra es ¿conflicto o carácter?
¿Qué te aleja de la Angst Kreatur para magnificar tus temores, agigantar la maldad de tus presentimientos, amedrantarte frente las felonías del mundo?
Si soy artista nada podrá dañarme.
(Y en lo atinente a esto: “Todo estaría justificado… Hasta la locura.”
Miraban con gesto sabio aunque lejos del estetoscopio: “He ahí”, afirmaban satisfechos, “el Id de la cuestión…”
Transgrede, y la propia obra es su sentido de culpa.
En cuanto a la propuesta de miss Hesse, es, no es, valoramos, desdeñamos, ignoramos, celebramos, admiramos, nos callamos: una proposición indecible de la que no puede demostrarse ni su certeza ni su falsedad: como uno de esos teoremas de incompletitud de herr Gödel.

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