miércoles, 2 de enero de 2013

HESSE 95


No existe la Mente Universal.
Le asalta la fiebre. Delira.
¿De dónde surge la Idea?
De  la Enfermedad.
Asuntos caprichosos inventados, estampados a la cara de quien los observa…
Disparates:
Entre la fantasía… y la nada, el solo objeto.
El hermetismo no conduce a la perplejidad o al desconcierto: nos lleva al misterio, a una incomprensión que si tiene mucho de irritante lo inaprensible de una realidad que se diría hijuela de la pesadilla o del trasmundo nos instala en una contemplación de los aguafuertes que se regodea en la complicación visual a la que es convocada.
Descríbelo, si puedes.
Sanguinas, tinta de bugallas, el lápiz negro, tinta china, la punta seca…
Cobre, barniz y ácido:
aguafuerte: vinagre, sal de amoníaco, sal común y cardenillo:
resina pulverizada…
¡Al tórculo!
Asoman las testas de los monstruos.
Emergen del vergé, del papel de china o el papel japonés.
¿Y lo suyo?
También es obra de alquimia. También es ella La Reina de la Química.
Se entreteje en el aire:
“El hilo que todo termina uniéndolo en la obra: el absurdo. Incluso en aquellas piezas que el espacio, el vacío, la nada prevalecen sobre los objetos el absurdo, cual hilo invisible, se configura como esencial.”
Los disparates de ella; agendas diversas, vulgares, sin negros ni sienas, apuntes azules, dibujillos mecánicos de instrucción complicada. Garabatos espirituales.
Una poética de lo inenarrable: hay que verlo.
¡Hay que ver lo que se llevan entre manos!
¿Dónde puedo comprar sus obras maestras, el capricho de su pluma, la estampa de su aguja de grabar…,
tus resinas y tu fibra de vidrio?:
En el Desengaño, número 1...
Tienda de licores y perfumes, de embriagueces.
¿Cuánto tiene el arte de capricho crítico del mundoinmundo que te rodea y cuánto de una peripecia personal que en el fondo es lo que realmente interesa expresar en forma de revelación?
Uno siempre quiere conocerse. Incluso en los aspectos más sórdidos de su carácter, en la más ambigua o siniestra acción perpetrada que ni siquiera los más resistentes muros de la contención son capaces de mantener aherrojados y mudos en el subconsciente. Quiere saber quien es realmente. Qué ser viscoso anda en maridaje con las porquerías y vísceras del interior que recubren y anidan en el hueco de la carcasa.
Ni ángel ni bestia, pero hay momentos para ambos por separado. Son como compartimentos estancos. La química del cerebro es el fango, la ciénaga poblada de malas visiones, la plural forma del deseo, el ansia de destrucción del yo y las crueldades virtuales, la fantasía abyecta.
Jekyll no se atreve a poner el pie encima del césped, se atusa la barba con extremo cuidado, guarda la más absoluta urbanidad en la mesa y no eleva el tono de su voz bajo ninguna circunstancia, pero halla el modo de revolcarse en la pocilga endosando a su gemelo interior una identidad fabulosa.
La aberración que ves en los otros ilustra la que escondes.
¿Qué imaginas?
No: veo lo inimaginable que hago verosímil.
Que viene el coco.
Y lo que llega es el pobre artista al que se le ve demasiado el plumero: cree que es hora de señalar vicios y horrores cuando el verdadero infierno aún está por llegar y nada ni nadie podrá impedirlo y cuando lo crean y lo colocan a la vista del mundo el indicio es irreconocible, las trazas son equívocas y el discurso visual es una ilusión más o menos lograda.
Goya allana el camino con sus grotescas faltas de ortografía.
Explicita la estampa.
Al parecer, la lámina precisa de subrayar su intención mediante la palabra escrita. ¿Cuándo se ha visto tal cosa?
Ceci n´est pas une pipa.
La glosa (mentirosa) que acompaña la obra sirve para despistar la brutalidad de los sueños.
¿Qué pretendes esclarecer con tu escritura?
La palabra no será nunca la cosa.
Es lo que ves.
Y si no lo es el verdadero sentido nunca será explicado.
“Cuando caí enferma…” Etcétera.
La fantasía abandonada de la razón… ¡produce lo imposible!
El arte son visiones. Si pudieran escribirlas…
No hay que despertarlos, tal vez el sueño es la única felicidad de los desdichados.
Pero son disparates.
“Cuando caí enferma…”
¿Elíptico?
No, confuso.
Right after… Se me fue de las manos, como si escapara de la sencillez, que es lo que yo pretendía… La obra se volvió compleja, como resistiéndose a mi intención… Mi planteamiento original era muy simple, y sin embargo… Sí, se me fue de las manos.”
Enigmático. Todo disparate lo es.
Asinus Orator.
Propio del lenguaje de la asnería. ¿Cómo diablos se entienden entre ellos?
Se miran. ¿Y no se entiende siendo arte de figuración y representación?
Se miran los asnos. Sondean lo que hay más allá de los ojos. Sólo perplejidad.
Mundo… Inmundo… De todas formas disparatado.
 ¿Y no bastará con la sola contemplación de la estampa y lo que en ella suceda o no suceda?
¿A qué la investigación?
Pues en tal caso…
Imagínate entonces aquello sólo para tus ojos sin mayor referente visual que la propia materia, sus hechuras objetuales… ¡puro desconcierto!
Somos bobalicones. Toda interpretación estará destinada al fracaso. ¡Qué más da descifrarla!
Mira como un perro, con la visión afilada del olfato. Grises y blancos, negruras…
Como la de El perro, que atisba el mundo a su alrededor hundido en la tierra de la que no ha de librarse, tierra sucia y culpable que le enterrará ocultándole el cielo para siempre.

Estoy en lo inaugural. Como en el proemio de un antiguo discurso nunca antes comprendido.

Los días. Las horas.
Repertorio de los tiempos…
Has nacido en sábado: saturnina, ¿triste, taciturna?
Estás en el séptimo cielo, tu noche la del miércoles, tus horas la primera y la octava, enero, qué mal asunto, rostro doblado, guarda de la entrada de las entradas, mira el pasado y lo porvenir, desdeña el presente (lo único que tienes), te alimentas de ti mismo y a ti mismo vuelves.
¿Qué cosa es día?
Claridad.
Encerrada todo el tiempo en el estudio, pues sobra todo lo demás del día. Studioworks, pensamientos, preguntas, la obra en ciernes…
Esta noche no sale:
Las once, nox concubia: a dormir entre químicas, temores.
Mañana será otro día, claridad.

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