jueves, 28 de febrero de 2013

HESSE 103

Dios ha bajado a su habitación esta noche. Lo tiene ahí, a su lado, al pie del lecho donde yace moribunda, y a pesar de la oscuridad distingue perfectamente sus ojos luminosos: sostiene la mirada de tan tremendo personaje sin pestañear, retadora, sin que el velo del reproche o del desprecio apague sus pupilas encendidas por la fiebre terminal. Sólo lo desafía hasta el fin de la eternidad, hasta el fin de esa noche, a descubrir quien de los dos es más justo, él o ella.

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