martes, 11 de enero de 2011

Una academia (26)

Después de hablar en voz alta, o de una confesión vergonzante, Brell se quedaba vacío, inerte y desganado, sin sangre en las venas, o en suspenso, como el tiempo que sigue a un mediodía de viento de poniente, cuando todo se queda quieto, petrificado en la levedad, quietos el color, el aire, el cielo, el alma de todo.
No es él, que se piensa sin nada, como la otra, que poco o mucho algo tiene y tendrá todos los días de su vida.
Va a descubrirlo pronto: no es pintar para ella un recreo ingenuo. Eso ya lo sabía él. Puede lograr lo especial, o lo raro y estimable. Tiene algo con lo que engañarse, o engañar el mundo y sus cosas.
Ya en el otoño plácido de largos momentos de silencio, el rumor del agua, cielos de colores rosa [pálido] y marfil..., verdegay.
Deja esa época embobado a Brell ante el fuego y el mutismo suicida de los viejos. Era cuando todas las noches pensaba en Silvia Jara y en las frías estrellas de la noche en la sierra, en lo que haría con ella y en lo que haría con él. La loca idea...
El proyecto: que pinte ella como Vincent van Gogh, que pinte lo de aquél. Le atribuye el mismo genio. Igual podía escribir versos. Tararear una romanza. Bonita ocupación, mirar al cielo...
Estaba loco y era un solitario. Sus invenciones son descabelladas. Es un impertinente que se entretiene recorriendo un paisaje datado, numerado y catalogado. Errante por los caminos bajo el sol, la luz le trastorna, le golpea de lleno dejándole exhausto al final de la jornada. Vaga, trota, sin acordarse a veces de apagar la sed, sin descansar un solo instante, yendo a ninguna parte, volviendo al mismo sitio... (La mentira total no ha de mancillar la dura verdad que V.G. plasmaba en sus lienzos violentos. B., valiéndose de S.J. falsifica el concepto, no las imágenes de sus cuadros, que simplemente son semejantes a las del pintor. Le exhorta a la otra: "Pinta esto, y píntalo así..." (Pinta ese ciprés, aquel girasol, mira el lirio...)
Silvia Jara, al cabo del tiempo, confusa en aquella turbadora sucesión de mandatos y advertencias no sabía lo que pintaba. Lo sabía Brell:
"Es la luz", le explicaba a ella.
Algo más habrá que eso, ¿no? (objetaría la discípula de los dedos manchados).
Por lo demás…
[¿Cuál es la forma del siglo?]

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