Mayo de 1970: Le ha
ocurrido algo a esta ciudad que le impide reconocerla a la chica lista de los
Hesse.
En el interior de una
cabina telefónica de la 52 con la Once, lindando un parque brumoso y
desconocido en la noche de viscosa humedad, tan lejos de todo, donde hasta
podría aparecer el diablo, o un dios inmortal disfrazado de mendigo… Descuelga el auricular, mete el dedo en varios de los agujeros del disco. Aguarda mientras escucha apagadamente, como muy lejos, el tono de llamada: nadie contesta. El mínimo sonido, como un hilo de vida que le atara a la tierra, deja de ser audible, se pierde en el silencio. La comunicación se corta.
Podría ser hasta el último decorado donde acaece la muerte, la tuya, donde aún entrevés las formas y los colores de la existencia que abandonas, los olores y sonidos, y todo huyendo hacia atrás, hacia el futuro que por fin, definitivamente, se aleja de ti mientras un dios injusto y vencido se encuentra escondido entre restos de comida y basura en el interior de alguna de las papeleras nocturnas.
Deshaceos del cadáver.
Desmontad el tinglado.
Buenas noches.
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