domingo, 30 de septiembre de 2012

HESSE 75


El arte como mecánica de lo espiritual o la creatividad es una superchería. Si ha decidido alejarse de cualquiera de sus técnicas tradicionales, ¿cómo va a consentir una previa regulación en sus planteamientos?
Aun en la oscuridad, el arte le permite tapar sus ojos con la más tupida venda, andar a manotazos, a trompicones, a tientas y a ciegas…
Si aceptara algo a priori construiría otra “realidad paralela”, por lo que ambas acabarían contaminándose recíprocamente. Al no querer demostrar hipótesis alguna, toda su obra gana libertad.

El ideario de todas las religiones se vertebra sobre lo incuestionable, ronda una y otra vez en torno a la muerte. Pero ésa es la única certidumbre del ser humano.

Una debería creer en Dios por méritos propios, y no por marrullerías ajenas. Dogma, creencia, fe…
Como artista moderno, después de todo, utilizas las mismas armas que un predicador para cautivar a los incautos.
Liberado de las destrezas técnicas, el arte moderno tiene mucho de religión… ¡para los otros!

No es un arte enunciativo: no es qué sino es.

Ni siquiera un artista puede corregir una obra de arte. Tal vez un técnico, un artesano (pero con la boca cerrada y como el niño rompe un juguete).

Una tarde del caluroso verano del 66, calcinadas todas las piedras y hierros y cristales de la ciudad no sabía si por el sol o por la indefensión que le acuciaba y ya sabía perdurable, quiso como otros muchos en el mundo ser la que era pero mejor, a salvo de los errores del pasado y lejos de cualquiera de las conquistas ilusorias con que sus sueños de despierta porfiaban por imponer  en el futuro (pues, ¿qué había de las derrotas?).
Al día siguiente recibió la respuesta en forma de pesadilla: el fantasma de su padre muerto se definía entre las sombras negras que abrumaban las altas almenas de un castillo junto al mar, la interpelaba, la suplicaba, la hostigaba en la noche rugiente por el viento y las olas que batían el murallón...
Dos días más tarde su padre murió al otro lado del océano.
Agosto quema. Como un hierro al rojo vivo.
Vuela sobre el mar en calma. (Y próspero viaje.)

Debe descansar, conminaban. Y toda la tarde inútil era una postración pensativa y rencorosa contra la mala herencia recibida: ella no se habría hecho así de imperfecta: ella era artista.

La luz declinante se filtra a través de las ramas desnudas y grises de los árboles, se vierte sobre el suelo aún mojado, resbala oblicua sobre las fachadas, es como una pátina que tiñe crepuscular los edificios y las personas, los sumerge durante una breve pausa en raro cromatismo. El aire parece haberse detenido en la tarde de cobre frío, y es la hora desfalleciente cuando el cielo se ve surcado por las grandes y silenciosas nubes de marzo que entre trecho y trecho de la holgada procesión permiten a los rayos del sol descender sobre la tierra.

Una Hesse vivirá; la otra, morirá. (Se dijo muy convencida.)
Se ha he hecho dos vidas. Veamos. ¿Qué es eso de tener una gemela sobreviviente? Es interesante: una emisaria que le vaya enviando mensajes y billetitos desde el futuro: he muerto el 29 de mayo de 1970. (No del todo, parte de las células del óvulo primigenio continúa danzando por la Tierra). 2012: con 21 gramos menos y sin alma, nací el 29 de mayo de 1970. Y ya crecidita. Comienzan los envíos de esta época del mundo: el cuerpo es una obra de arte, pintémoslo, mutilémoslo, recreémoslo… ¡Y la de cachivaches que te has perdido!

¿Qué mundo me ha sucedido, gemela?
Uno en que la afición hacia el objeto, de tantos que había al alcance de la mano pecadora, ha dado paso al desdén por él. Su gran número producía el hastío. El interés ya no lo suscita el soporte de lo culto y lo entretenido (libro, disco, cuadro) sino la irresistible satisfacción de pensar que el medio para disfrutarlos y consumirlos puede ser sustituido cada 6 meses por nuevos cacharros más modernos y evolucionados tecnológicamente. El medio sí era el mensaje.

¿Y todos esos materiales?
¿Cuáles? ¿Los polímeros, el látex…?
¿O acaso se refiere quizás al suicidio, al cáncer, a la muerte, al abandono…?

Tras ella, en la grisura de la tarde, ascienden a los cielos una selva de ventanas verticales como agujeros oscuros en las fachadas cuya gama se aviva desde el marfil pasando por el siena hasta enrojecer de veras con el bermellón.
Una hora más tarde: hileras de luciérnagas mayúsculas que descienden de los cielos iluminan el aire frío de la noche.

1968: es absolutamente normal que todas las calles y avenidas de Nueva York estén sucias, como disponiéndose en pordiosera galanura a meterse en el enorme graffiti de los setenta.

Más que rechazo descubro perplejidad, y no ocasionada por la obra sino por el desafío (que ellos entienden por desfachatez) de haberla concebido (lo que es inoperante) y decidir mostrarla a sus ojos inocentes (lo que les agrede). Pasado un instante de estupor, sobreviene la ofensa dicha en voz alta, el desdén manifiesto, la fea expresión de burla en el rostro.

W. es un sofista, a poco que escarbes en los dispersos fragmentos de su presunta obra. No es un Sócrates en la feliz expectativa de averiguar lo que sabes: aquél parece negarte la mínima posibilidad de “saber”.

¿Qué función desarrolla una obra como la tuya, tan cerca de la nada a despecho del atosigamiento de su materia y extravagante ordenación
a) referencial
b) fáctica
c) imperativa
d) metalingüística
e) emotiva
f) poética?

En el fondo, y siendo imprescindible, no cuenta la obra de arte ante un espectador-testigo asaltado de improviso al doblar una esquina de la galería. Se da de bruces contra ella. Respira hondo. Se pregunta. Está a punto de palparse a sí mismo. ¿Qué clase de mierda es ésta? La actitud es lo principal ante algo asignificativo. Respecto a las asociaciones: frente una abstracción la mecánica mental se paraliza: ése es el milagro: es una obra indescriptible.

Día desfalleciente. Un cielo agrisado difumina apenas la luz de un sol pálido, proyectivo.

Lo tremendo sería que fueran los muertos los que piensan en nosotros, los que nos recuerdan.

Ni el dolor ni la enfermedad ni el miedo son un castigo. No pueden serlo. Somos naturaleza, no creencias.

El dogma, la fe, hasta el terror, son los materiales antiguos con que se construye la idea de Dios.

Toda imagen puede ser perfectamente reemplazada por otra.

¿Qué sistema opera detrás de todo ello? ¿Qué contribuye a que esto sea así y no de otra forma?
El azar, una selección natural.

No existe teoría, sólo convencimiento.

Visual: no necesariamente legible. En el peor de los casos, ¿para qué mentir dos veces?

Lleva más allá de Focillon la idea de una obra de arte plenamente autonomizada: ¡la libera incluso de significado!

Una codificación que nace del despropósito, del absurdo:
No así, el caos tiene sus reglas, lo que sucede es que son imprevisibles.

Cuando empiezo a trabajar sé que, al final, todo quedará más allá de mi intención. Es ese mismo punto empieza lo que de veras quería conseguir.

Digamos que su obra es figural, no figurativa.

(R) Morris aconseja (C) Morris:
En efecto:
1.- Foundations of the Theory of Signs. (1938).
2.- Signs, Language and Behavior. (1946).
3.- Signification and Significance. (1964).
Y unos años más tarde comienza a aconsejarse a sí mismo a los demás:
Artforum”, abril 69: Notes on Sculpture. Beyond objects.
La expresión no puede ser más afortunada ante los jóvenes dubitativos con un pincel o un escoplo en la mano: no hay orden ni desorden.
Del conjunto de las nuevas leyes propuestas en publicación tan garante se deduce un altruismo capaz de unificar todos los criterios y despejar de una vez por todas las discrepancias que en el campo de las artes visuales puedan darse entre los artistas contemporáneos. La mies es mucha. Son hijos del Estilo de la Época. Cada uno de ellos lo es, y haciendo lo que les venga en gana, batidores sin descanso delante o detrás de los desiertos.
En una intencionalidad creativa, ahora los objetos pueden liberarse de la relación con otros elementos específicos del arte como la figura humana, por ejemplo, o con alguna imagen determinada o alusiva. Sin la figura humana, el objeto se torna  tótem, emblema, incluso deidad, no la remeda ni la alude, ha devenido existencia paralela a aquélla, y, a la par, hasta lo que se  invisibilizaba a su alrededor adquiere rango de elemento artístico a pesar de su indeterminación.

La ciencia dirime su categoría en el resultado; al arte le basta con ser verdad, y siempre lo es, malo o bueno.

La estructura es el espacio, algo tan liviano y a la vez tan poderoso para conformar las catedrales de la mente con el desperdicio de la técnica o con las sobras de la realidad cotidiana y lo doméstico. Se basta a sí mismo. El sostiene los más recios pensamientos y las audacias más inimaginables, eleva la idea (impura por novedosa) sin el sostén del barro, la piedra o el hierro. El espacio es la estructura y la obra es en el espacio.
Todo lo hecho hasta ahora podría replicarse en su, digamos, versión mística.

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