jueves, 3 de noviembre de 2011

HESSE 22

No significa.
Es. Ahora lo entiendo. Ahora descubre su sentido. Y al contrario que otros muchos, no ha hecho del arte una filosofía, sino una actividad donde no existen los límites. Quiere sus obras como la exposición de una práctica que ni elude lo marginal ni lo trascendental. Una súplica, o una justificación de una manera particular de relacionarse con las cosas y los hechos, con sus semejantes. “Me sobrevivirá”, se dice. Y, más tarde, cuando sienta la muerte invasora ya dentro de ella apresura su testimonio, atesta con la obra su tránsito terrenal. ¿De veras pensabas que nada acaba realmente? Lo que dejas tras de ti es un nuevo juguete para los que te suceden, se solazan con él, divierten su estupor, lo montan y desmontan una y otra vez como un antiguo mecano de reluciente metal, incluso tú misma terminarás bajo el disfraz de las suposiciones, se inventarán identidades adaptables a cada negocio, serás la copia prodigada e interesada de quienes viven de réditos. Te pervertirán.
Acabarás siendo una desconocida.
Más he aquí la materia efímera de su arte, el fatal deterioro, los trabajos se desmoronan ante el paso de los días, los ácidos del tiempo la destruyen. Levantan acta de unas ruinas. Reproducen una idea que ya entreteje su captación con infinitas sugerencias y malentendidos, y que, fatalmente, ya es otra cosa de aquello que fue concebido incluso en la oscuridad. Una idea, una imagen muerta: va unida a su misma desaparición. La posteridad es el vacío.
¿Qué sabrán de ti?
Sólo son mistificadores

No hay comentarios:

Publicar un comentario