viernes, 9 de noviembre de 2012

HESSE 89


“¿Cómo puede estar tan seguro de discernir el arte auténtico de entre toda la mediocridad de su tiempo, de los de antes y de los de después?”
“Porque en el fondo el arte me interesa muy poco una vez mis teorías ya se han convertido en el hot-dog más callejero y corriente en manos de los artistas de los cincuenta que, hambrientos de la comida más fácil pero saciante, se lo llevan a la boca aún caliente y empiezan a engullirlo como menesterosos que son. Eso me lleva a un inteligente distanciamiento. No soy el ojo que mira a través de la lupa… soy la lente fisgona, el mismo aumento óptico. La mayor parte de los artistas sois aburridos y estúpidos, lo que os convierte en perfectas herramientas para quien sepa utilizarlas en provecho propio. Vosotros quedaros con la posteridad, sacralizados por las letras de molde de los manuales para aficionados y estudiantes (¡idiotas!) de Historia del Arte, aunque sería preferible que antes os barnizarais con un par de buenas capas de sacrificio y sufrimiento. Son dos perfectos valores añadidos. Del mismo modo que un cuadro antes que imagen no es sino materia oliente nada más, una superficie bidimensional manchada de pigmentos muy lejos de la realidad exterior que pretende representar, vosotros los artistas sois el proceso que sutiles y no demasiado misteriosos mecanismos del futuro activarán a conveniencia. Los artistas sois bombas con espoleta retardada, querida, y cuanto más las carguemos en vuestro tiempo, mayor efectividad mostrará en el futuro: alcoholismo, suicidio, fatalidad, pobreza, locura, humillación… Combustibles directos al rédito del mañana y a la fácil complacencia burguesa. Si tratamos de genialidades, tratamos de estrategias; si de talentos, de literatura ligera; si de prodigios, de espectáculo. Cada perro con su hueso. Todos vivimos de esto, del Arte y su Moda. Yo provoqué el nacimiento de un nuevo concepto en La Ciudad Deseada: la nada hecha forma. El dibujo y el color de la perfecta nada. El tributo que pagarías a partir de entonces los artistas sería la conversión al pensamiento profundo, a las realidades invisibles, ya que las otras, las exteriores y tangibles, sólo son un simulacro de barraca de feria en vuestros lienzos y soportes pintarrajeados. El artista trocó en un ser insondable, un pensador, un místico, un poeta que se atrevió a mirar la oscuridad del abismo… que es el vacío, la nada. Hay que ver las cabriolas que sois capaces de hacer al borde el precipicio. Yo hice de un pobre tipo no carente de habilidad para lo intuitivo en el arte El Mayor Artista de los Estados Unidos. Luego, lo torturé a conciencia con mis palabras y ocurrencias. Y he ahí la obra maestra: él mismo se destruyó. He hecho del cinismo una máscara al tiempo que un acicate para el estilo plural de nuestra época, soy El Modelador. Aunque muchos piensen que soy un farsante, un Escribidor con una pluma en la mano y un lugar donde escupir su ponzoña. En todo caso… no soy la ambrosía solamente. También soy el director de pista, y el que doma las fieras, y el que ha adiestrado y hace bailar a los perrillos con faldas y el que vigila con mimo la cuerda floja de los artistas inseguros y funambulistas y el que asegura los tensores del trapecio que salvaguarda las piruetas en el aire... y el que ríe las gracias de los payasos MalaSombra y el que hace de red… Querida, soy el que guarda la llave de la jaula. A muchos de vosotros os he dado libertad, pero sois incapaces de dejar de merodear en torno a la carpa… Seguís temiendo el látigo.. aun lejos de vuestros cobardes y sumisos lomos. No creéis ni en vosotros mismos. Os tenéis un miedo cerval frente el espejo, que se ha transformado en un reflejo homicida, un guiño perverso y letal que pone del revés todas las obra que salen de vuestras manos. Necesitáis del panegírico constante, de la reseña diaria, para alimentar una religión que exige la comunión diaria, una compensación, diríamos, por tales lealtades hacia lo invisible”.
“Usted habla como un judío”.
“Soy un judío. Y soy capaz de hablar en siete idiomas, aunque el que más me divierta sea la jerigonza plástica. Un idiolecto que acoge bajo sus alas protectoras a cualquier genio o…zancasdil. Un tipo de Brooklyn con una pluma en la mano al que los artistas más serios y peligrosos embadurnan de ceniza la calva. Pero también yo hago de la provocación un negocio. En este mismo momento puedo meterte por el escote una rata muerta y quedarme tan tranquilo oyendo tus alaridos como el que oye llover. Soy demasiado inteligente para ser artista, de modo que tuve que doblar el espinazo ante la confusión y lo oscuro, que mira tú por donde ha acabado siendo lo profundo. Sabía que ir contra el gusto común era la clave para el triunfo. Todo lo popular de nuestros días es falso, mediocres artificios hechos con el peor de los ingenios de la cadena de montaje del progreso. Un simple insulto silencioso, como un soplo de ira, y se vendrá abajo el tinglado de esa cultura de pacotilla de la clase media. Dicen que hablo como un charlatán de feria. Y, en efecto, esa es la cosa. Sacar de la chistera un conejo… o una teoría. Después sólo tienes que tratar a un artista como un pelele y harás del él un genio. Redúcelo a lo formal: desnúdale de anécdotas y referencias, átalo sólo a lo que presenta, a la tela o la madera, al pigmento, a la línea, al plano, a la piedra o al hierro. Y déjalo quieto ahí. Desnudo frente al mundo. Todos somos herederos de un Picasso burlón y prestidigitador hijo del otro Picasso barroco, oscuro y complicado como todo buen español. Ahora el arte es un espectáculo. Debe serlo, es el primer paso para la ganancia. Por lo demás, te diría que respecto al arte, sería suficiente con las teorías. El hecho de que no podamos prescindir de los artistas y los cuadros es que sois la mercancía necesaria, lo palpable y hasta… lo grosero. Pero basta de retórica. Estamos en La Época Oportuna y en El Sitio Justo. Es el momento de los dividendos. Los muertos ya se cuentan por decenas. Es despreciable pensar así, lo sé, y no obstante prefiero el desprecio que puedan suscitar tales comentarios a granjearme un afecto que me esclavice a la tibieza. El mejor amigo del arte, de los artistas y los críticos, es la incomprensión. Y el arte abstracto su mejor aliado. A la larga, uno siempre termina admirando lo que no entiende. En el Arte, todo lo que se comprende fácilmente tiene… un precio barato, como los bibelots que se exponen en la sección de regalos de los centros comerciales… Y, sí, es verdad, querida, ciertos pintores tenían la manía de pintarme la calva con la ceniza de sus cigarrillos. Quizás pasen a la historia solamente por esa anécdota”.
“Usted no puede saberlo todo. Pero parece muy seguro de lo que dice. ¿Es la estética una ciencia empírica? ¿o es, por el contrario, una más de las psicologías aplicadas?  Y si es una ciencia, ¿cuáles son sus criterios objetivos de valor?”
“¿Para qué quieres saber semejantes bobadas?”
“Debo afianzarme en mis convicciones·.
“Detrás de tu espalda hay una puerta. Por ella entraste. Ahora, lázara, levántate, anda, apártate de mi vista y sal por ella. Y no vuelvas. Nos aparecemos sólo en los años bisiestos y algo traidores.”
A rodar.
Aquí cada uno hace lo que viene en gana. Lo normativo en el arte duerme el sueño de los justos en la caverna más oscura de los tiempos: múltiples son las variaciones, los cambios, las pretensiones. Cada generación suplanta la anterior, salva los fosos, toma sus castillos, derriba los muros y viola sus leyes al modo del borrón y cuenta nueva. Es una guerra incruenta; digamos que los advenedizos se limitan a birlarles la cartera.
Aristóteles: el ojo es el más intelectual de los sentidos.
¿Por qué habla de Kant?
No habla de Kant. Se sirve de Kant.
Mete el pico en sus comederos.
Y aun en sus aguaderos.
Abre las alas de falso brillo.
Revolotea sobre los cielos ilustrados de Königsberg.
¿Parte del viejo onanista, sedentario y maniático para construir su teoría del formalismo? (En poco estimas su contumacia: pronto encontrará secuaces con un pincel en la mano que se nutran de sus delirios.)
Abreva en líquidas seseras.
¿Y qué es lo que encuentra? Lo trascendente… ¡en pleno siglo XX!
Rastrea una validez general lejos de lo subjetivo. No le basta con sustantivar un movimiento nacido del capricho o del hastío: quiere filosofar. Se pregunta en pleno desorden conceptual “qué es el arte”. Abandona la legitimidad de la doxa para improvisar sobre el epistime. Y ahí se enreda, se da cuenta de ello y descarta aquella parte del intríngulis kantiano que pueda menoscabar sus teorías novedosas y diserta, pues es hombre que no se arredra a las primeras de cambio, como aprendiz chirriante sobre una filosofía que también bordea en los límites de su esencia a través de las palabras y su poder de nominación y esclarecimiento pero que a la vez sirven para abusar de sus equívocas propiedades o enturbiar el pensamiento. Tal lo painterly al que tanto se aferra para promover discípulos entre la manada de artistas que pululan por la Cedar Tavern con los pantalones manchados por el óleo sagrado resbalando de la cintura.
 ¿Dónde está la idea de ese arte? ¿Existe una metafísica tras el fácil recurso de lo plástico? ¿Un contenido axiológico que determine sus valores intrtínsecos o no?
Lo bello en sentido estricto: la pura belleza se basa en el orden, la totalidad, la unidad. Todas las partes se ensamblan entre sí y se unen para forman un todo unitario.
Y proclama amortiguando a duras penas la estridencia de su voz atiplada y todavía falsaria, insegura, temerosa, El Enterado: “Mas lo sublime, según Kant, puede encontrarse en un objeto sin forma”.
(“Un silencio prolongado”, que es lo que ha seguido a sus palabras impresionantes, “es la manifestación más unánime de lo aprobatorio”, se dice para sí El Sentencioso.)
Siempre busca la consistencia de aquello que es importante o pronto empezará a serlo. Tiene olfato para eso. Es capaz de dar con la estructura que alza la fascinación, el miedo y la intriga que se siente ante el genio.
“Y yo os digo: este hombre es un genio. No importa si no sabe pintar, que si un mulo dibujara mejor que él sosteniendo un pincel entre las sucias quijadas, que si esto o lo otro o aquello, que si esto lo haría mi hijo de cuatro años (¡pues que lo haga, gilipollas!). Nada importa si no sabe hablar, si se queda en blanco y sólo balbucea incoherencias. No importa que no comprendáis todavía la grandeza de su misión y el alcance de su sacrificio horrendo muriendo por la salvación de vuestra alma adocenada y gregaria. Él es. Su magisterio es una luz nueva que destierra del arte las sombras que lo aborrecían: ha venido tocado por la gracia para la salvación todos…”
La luz del mundo.
Gorky.Pollock. Rothko.} La sangre de los mártires.
5:14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
5:15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
5:16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.
(Mateo, 5)
Pero yo quiero ser feliz”.
“Entonces confío en que algo te impida serlo”.
¿No aboga este hombre por lo sublime? Del muro kantiano al reguero de sangre: en su mercado sólo cotiza el límite y el drama, y tal es la vanguardia que  comienza a empastarse en oro de 24 k.
El, a solas, fue capaz de arremeter contra el pre-McCarthy y alucinado George Dondero, un tipo que confundía el culo con las cuatro témporas: “El arte de vanguardia nunca es inocente, se halla en manos de vagos y locos a los que hay que combatir sin descanso.” Pero El Libertador, antiguo troskista, se puso de frente desafiante y protector del artista adelantado, decidido y  presto a desenfundar la pluma envenedada de plumín de oro y cachas de… ¡plástico! Y he ahí el sermón de la montaña: “Avant-Garde and Kitsch”:
La Palabra de Dios.
Ahora ya sabía todo el mundo quien era el enemigo a batir: lo consciente, la conciencia y la historia, a la que había que poner de vuelta y media. Aunque ya hacía más de veinte años que Kandinsky colocara un cuadro del revés debajo de una ventana: “¿Qué diablos es esto…?”
Si ganas una guerra lo has ganado todo.
Samuel Kootz, un tipo culto y con instinto, alto, distinguido y con las sienes plateadas, propietario de la galería del mismo nombre, había comprendido al instante la manera de tratar al público norteamericano interesado en adquirir obras de arte. Anunciaba el catálogo de su fondo a través de una publicidad radiofónica insistente, de gingle pegadizo y reaiterado, a la vez que subrayaba las especiales características de unas obras en venta de arte contemporáneo “indicadas especialmente para viviendas de amplios espacios y casas de campo de propietarios con fino sentido para el negocio y de espíritu moderno”.
El arte en Estados Unidos no tenía por qué diferir de la compra de un Buick, un Ford o una casa prefabricada de madera con tres dormitorios y un salón señorial de dos niveles con chimenea que, curiosamente, costaba lo mismo que un Rembrandt.
Qué época, amigo mío. Grandes Almaces como Macy’s y Gimbel’s vendían cuadros de Rembrandt y Rubens un poco más allá de la sección de lencería y ropa de cama por menos de 10.000 dólares, y en cómodos plazos mensuales tras un tercio en efectivo de entrada. Sin marchantes, sin intermediarios: como se compra un aparato de radio o una vajilla.
¿Y quién era el elegido, el entendido que aconsejaba al matrimonio Baxter, de Trenton, New Jersey, comerciantes al por mayor de mantas multicolores mexicanas, o al señor Jones, industrial de la cerrajería, venido de Nashville exclusivamente para comprar un pequeño Velásquez (sic) con el que obsequiar a su hija en el día de su boda?
¿Quién era el arbiter elegantiae? ¿El jefe de planta de corbata de seda que fuma cigarrillos mentolados? ¿O el dependiente Jim Blake, acuarelista aficionado que frecuenta Central Park todas las mañanas de domingo cargado con el caballete y los demás trebejos? ¿O tal vez la señorita Evelyn, encargada de la sección de decoración, que en sus años jóvenes aprovechó con esmero las lecciones de Historia del Arte que impartía el señor Brown en una de las escuelas secundarias de Albany en la que se graduó con un notable alto…?
Qué más da. Su precio es de 7.500 dólares, señor. Más gastos si se adquiere a plazos.
Ese título lo entiende todo el mundo: sólo hay que echar mano a la cartera. O cerrar el pico.
Aunque había diferencias notables en cuestiones cruciales de mercadería.
El arte moderno e insurgente exige referentes poderosos, potentes construcciones mentales, la fortaleza de un entramado que enhebre de misterio el aparente discurso:
Enmanuel Kant.
Carlos Marx.
Ferdinad de Saussure.
Sigmund Freud.
Ludwing Wittgenstein.
Y algunos otros…

No hay comentarios:

Publicar un comentario