martes, 13 de abril de 2010

El otro

La ciudad blanca rige en el tedio de esa tarde. Lo adensa en lo colectivo y ahí lo disuelve líquidamente como la vidriera apresa la luz. Ciudad de agua, el sol la dora o la oculta en la pupila de fuego. Sus ruidos metálicos y el son de mar de sus piedras rojas elevan al cielo azul (medio azul, pálido hoy) un susurro de antigua conciencia unánime y vencida de país viejo. Más allá de la ventana abuhardillada morirá la tarde que sólo es color y tiempo y el aire vegetal y tibio de primavera, más allá de la fresca penumbra de adentro y del hombre doblemente analizador. Azul el cielo (o ya rosa) va plateándose, y ha de oscurecer. Languidece una canción de lejos, fado de aseada melancolía. De pie, frente a la cómoda, escribe como quien simplemente mira, o paladea el vino de oro. Inventa un hacedor, un tono existencial al costado del resplandor amarillo de la lámpara en forma de campana. Afuera, aún, el fragor de vida, muy tenue, voces de niño, risa perdida, qué sublime torpeza pensar y no vivir, tantas veces se lo dijo. Escribe una oda, o la sencilla coda de su abulia al término del día. De pie, oscura y alcohólica figura que inclina la cabeza calva y miope sobre el blancor enriquecido de tinta. Huele a madera en la espaciosa estancia. Una madera vieja y negra. A tabaco de Indias. A poso de cenizas. La tragedia pequeña y doméstica de los días se precipita insensible, sutil como la nube feble que apenas se percibe en el ocaso gris. Se siente la muerte tan escondida en el paso crepuscular de esa tarde (de este día). Alza la cabeza: marina ciudad de colinas que sube (o huye) del mar. Los otros como perpetuarme, los nombres con que celebrarme, sus obras que serán mi gloria. Ha cesado el ruido de las calles. Anochece. Todo se hace desierto, todo lo puebla la angustia. La luz, la brisa, el silencio de las puertas. Y todavía anochece más y apaga la apócrifa escritura.
Todas las noches algo que parece el bulto de un hombre se yergue, brota del suelo. Ser que desaparece en las sombras, que no será en el alba.

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