martes, 27 de abril de 2010

Poéticas - D.N. (20)


Pero, acaso, lo fundamental de estas prácticas del land-art más tajante con los libérrimos presupuestos que implica la tendencia se refiera al concepto “espacio”. En efecto, con los “escultores de la tierra” se nos convoca a una idea del espacio inherente a la obra artística que transciende ésta para formularse con entidad propia de modo tangible, re-escrito y visualizado mediante el objeto.
La noción espacial que Platón había diseminado en sus escritos pronto entra en colisión con los conceptos venideros. El pensamiento más homogéneo de Aristóteles concibe el espacio como “lugar”, a la vez que supone un conjunto de principios para la mejor percepción del mundo sensible. Aquel “habitáculo”, por así llamarlo, de Platón, donde finalmente se asentaban las ideas, pasa a ser el “lugar” en el que Aristóteles situa los objetos, sin que tengan necesariamente que explicitarse en los atributos de uno y otro las relaciones que pueden suponerse entre “espacio” y “lugar”. En este punto creemos que es donde hallamos las claves iniciales del elemento espacio como elemento artístico. Hay que señalar que son muchos los autores que identifican ambos conceptos, sin que haya ocasión para al apercibimiento de las disimilitudes que finalmente terminan existiendo entre ellos: el lugar donde está la obra y/o la acción artística no es el espacio que crean. En realidad, este debate es el mismo que afrontamos en el arte contemporáneo cuando dilucidamos varios espacios capaces de intervenir en el significado de la obra artística: espacio de ubicación y espacio de apropiación y aún de acotación por parte del objeto artístico.

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