lunes, 27 de septiembre de 2010

Oración

Abandona las lóbregas aceras del Londres vespertino, rumor de piedra y viento. La hora violeta solemniza las pesadas puertas de hierro. Camina junto al río orlado de nieblas. Aquel edificio es Blue Tower. Enfrente, Crane House y White Buildings (los cubre una lengua de rojo espeso). Juega con el bastón de cáñamo brillante. Aún bailan los números en la cabeza, el tintineo de la moneda. Muere la tarde en el callejón de ratas. Las grandes hojas del periódico ocultan una desesperada quietud. La taza de té, la estufa, la comida de lata. La tulipa rosa, y el mantel de bordado primoroso y el rancio paisaje en la pared. La alfombra silenciosa: se alejan sus tímidos y enfermos pasitos. Mujer infeliz de párpados caídos, delicada piel, qué carne frágil y estéril. Al otro lado de la ventana, se abate una helada lluvia, se desliza sobre los raíles un tranvía vacío entre árboles fantasmales. Vibra la luz amarilla, incandescencia que hace germinar los rostros y los huesos de los muertos de las fotografías en el aire sofocante. Suenan las nueve. Las once. Oh, Dios. Temeroso de los divinos castigos, resignación ahora, silencio ahora.

El destino será dadivoso en mentores. Pero tu mujer se volverá loca. Tú serás poeta.

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