jueves, 9 de septiembre de 2010

Plumier

Efectivamente, hay palabras que han nacido para ser escritas, calladas en la página y leídas a solas en los días de mayor incertidumbre. Arbitrarios dibujos cifrados para recordar del pasado la fugaz encarnadura del niño que no ha dejado de crecer en silencio (¿qué otras razones podría tener el adulto enmascarado para hacer de la escritura un gran negocio inconfesable?), devuelven la perenne imagen del rayo de sol atravesando la mañana de verano en el salón de ventanas abiertas, la luna fría de octubre, la tierra de abril, el cielo de noche clara.
Releo la torpe redacción (¿todavía la recuerdo?) en letras grandes y azules encerrada en el cuaderno escolar hasta hoy mismo, un día cualquiera de invierno.
Lo inevitable es el ayer, el mundo igual de todos… de siglos, de infancia.

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