lunes, 4 de octubre de 2010

Ensayos para un estilo (18)

Yo, por mi parte, esa tarde cojo el metro en la calle Spring y me apeo en la 52, a un paso de Grand Station. E. participa en una colectiva en Washington. También exponen Smithson y Serra.
E. ha soslayado viajar conmigo, prefiere hacerlo con el grupo de Yale, así que tomo el tren solo.
Esa noche, durante la inauguración, se muestra especialmente encantadora conmigo, solícita en todo instante, guiñándome un ojo cuando la gente se interpone entre nosotros y nos separa. Bebemos champaña. Hablo con Serra de escalas, pero me mira con desconfianza, así que me siento incómodo y sólo balbuceo trivialidades, algo demasiado fácil de colegir hasta para un artista, siempre atento a su ego. Ha sido una conversación malograda.
En el hotel L’ espoir E. se muestra feliz. La oigo canturrear bajo la ducha por primera vez en los dos años que vivo en Estados Unidos.
Al día siguiente tiene que hablar con Droll, el director de la Fisch Gallery, quien ya le ha comprometido una individual. Cuando sale del baño amaga un gesto de dolor.
-El hombro –dice sonriendo, quitando importancia a la queja. Cruza la habitación algo torpemente. Lo atribuyo a la bebida.
Marzo de 1969.

U4. Y, ahora, ¿qué pasa?
-No me salen las cuentas.
-¿En esas estamos? Cada vez que saltas de un universo a otro empalideces más. Aquí hasta parecéis taciturnos, ensimismados.
-Necesito tiempo.
-Verás crecer la hierba…
-Hacerse el verde y todo eso… He visto a R. Una visión terrible, no sé cómo, pero ha llegado hasta aquí.
-Sin embargo, él se mató.
-Es cierto. No puede estar aquí, ni en U1 ni en U3 ni en ningún sitio. Nada de nada.
-¡No tuvo tiempo de escapar!
-Aunque, cualquiera sabe… Quizás escapó antes de… Antes de terminar. Pudo hacerlo al desvanecerse, mientras…
-Mientras se desangraba por el corte en las dos muñecas.
-También tomó barbitúricos.
-Quizás soñaba, se moría, pero soñaba...
Cosas verás que han de maravillarte.

Tápies ha expuesto en la Martha Jackson, en la calle 32.
La obligo a acompañarme. Ahora ya sólo piensa en “eso”. Va a luchar con todas sus fuerzas pero, al despertar cada mañana, con las primeras luces, al abrir los ojos, al sentir el primer latido del corazón, el aire en la piel, el olor de la habitación, allí está “eso”, como un animal invisible que nace de las sombras, que viene de no se sabe dónde... Que ya está allí, y es ridículo negarlo, y que se atenaza a ella como una sierpe.
Cuando el grupo de personas que rodea al artista decrece, me acerco hasta él. E. prefiere quedar atrás mirando las obras. Me presento y me atiende cortésmente, pero con algo de frialdad, de evidente desapego. Me firma un catálogo, como si metiera una moneda en la máquina de bebidas. Veinticinco años después, en París, una mañana me encuentro con él de nuevo. Almorzamos en la explanada soleada frente al Centro Pompidou... ¡un vaso de vino tinto y una rebanada de pan con sobrasada! No recordará en absoluto nuestro primer encuentro aquella tarde en Nueva York. Ya en el siglo XXI: el viejo catalán acepta de buen grado el mito, en su fundación le rinden homenaje (silente, emocionado).
Vuelvo en compañía de E. y contemplamos con morosidad las pinturas.
Son cuadros de gran formato, de la década de los sesenta, muy plásticos pero muy referenciales a la vez.
E. los mira intrigada.
-Son como enigmas, un acertijo… No entiendo por qué, no veo la necesidad de esa legibilidad que los trasciende.
Entrevista de 1970 (trabajar más adelante, 4-10-2010)…

Universos paralelos. La broma de E. Pero en cierto sentido, esos estratos de la cultura americana, esos compartimentos estancos, nunca entrelazándose, siempre divergentes, o paralelos, yuxtapuestos… Y siempre sincronizados. Sin verse jamás. ¿Cómo es posible? K. se emborracha y se ensucia con sus personajes faranduleros en sus novelas-testimonio mientras S. acciona sus sofisticados e inteligentísimos adolescentes en decorados perfectos. E., por su lado, atenta a lo que se mueve, a lo que muere, a lo que sucederá a todo eso.
Kerouac. Hippies. Etc. Warhol y Factory. Etcétera. E., aislada, su obra naciente (lleva esto por ese camino).

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