sábado, 6 de noviembre de 2010

Escritores en Tánger

Ser de sí mismo nómada, víctima de sus idas y venidas,
fugitivo de la casa del padre.
No es otra la ciudad, es la de siempre,
aquello que traías de muy lejos: lo soñado, lo perdido.

Le desnuda el sol. Despojada el alma de toda identidad
no mira el rostro en el temido espejo, ese ser encarnado de apariencias: los amores a medias escondidos, la amistad en el alba,
el alcohol embravecido y ruin en los ocasos.
En la oscuridad brota el poema, letra herida, innecesaria.

Le he visto escribir, lento, seriamente, mudo, sin oír el mar.
Sentado como un árabe, inspirado por el desierto próximo,
su pluma, sólo a veces, sería la memoria de una virtud lejana.

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