miércoles, 17 de noviembre de 2010

Una academia (11)

"Mi mal de pastor me ha estragado", rezonga Panes con profundo resentimiento. "Es un mal oficio, y una mala ventura es lo que se encuentra uno al fin." A ese menester de cuidar ganado, al raso y al sol, bajo la lluvia, azotado por el viento cortante, abrasado por el ardor de poniente, día a día, toda la vida y todo el tiempo, no alcanzan muchos ni muchas. Curte y hace perder la piel, desnuda el alma, afea el cuerpo en un santiamén. Cosa de pocos.
La silueta de niebla anticipa una recreación pasmosa: será lo que sea, no va a desvelarla mediante encarnaduras caprichosas, que vaya espesándose la urdimbre de su cuerpo de animal magnífico poco a poco, palabra a palabra, pincelada a pincelada. "Deja pasar el tiempo", se dice mirando a través de la ventana, mano sobre mano, con las reproducciones de los cuadros de Vincent van Gogh colgadas en la pared, detrás de su cogote.
A su alrededor el aire de julio se ha adensado de olores: del tronco del pino, de las hojas resecas de las plantas, de la tierra cálida crecida de ramas y tallos muertos, de la mata enérgica y polvorienta. Le envuelven vaharadas espesas del olor a la materia vieja del monte, y el rostro se le quema por las nubes de calor y el fuego del sol. Le aturde el relieve crepitante del paisaje.
Está como emergente de un mundo condensado de rico vocabulario. Se nota adherido a una pegajosa atmósfera, a una textura profusa modelada de gruesos manchones de pasta de colores vivos, ni siquiera atenuados por la veladura del aire de calina.
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Ese día de julio tan colosal, de clamor y encuentro minucioso con la tierra y su hedor ardiente, Brell ha bajado muy aprisa del monte, y a esa hora, con el sol en lo alto, ya se halla lejos del futuro lugar de los encuentros con Silvia Jara. Ha dejado una nota clavada en la puerta de vieja madera de uno de los corrales. Ella no debe temer nada. El es buen amigo de Panes, de Beyle, de otros. Es de fuera. Pero ahora vive en el pueblo. Eso es todo. Sabe algunas cosas [La retina poderosa, las almas, lanzazos del sol, ese grumo minúsculo de tierra vieja: los libros no sirven para nada...], y sabe que a ella le gusta pintar. Podrían hablar de eso, o podrían hablar de otra cosa.

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