sábado, 22 de mayo de 2010

En la agonía de J.D.G.B.

recuerda, cuerpo
Lo que nunca supimos de nosotros es que íbamos a ser verdaderamente únicos, sólo entonces poseedores cada día
de los mejores dones de los cuerpos, la caricia y el deseo
siempre a punto.

Herederos del sol (sus hijos más dilectos), amados por la noche
misteriosa y trivial, haraganes del amanecer diáfano eternamente azul, no supimos celebrar lo fugaz, abrasarnos del todo, abrasarnos en lo efímero de las cosas y los seres inútiles y bellos que a conciencia, ahora y siempre, como perros felices huyen de las cenizas de las evocaciones, de las melancolías, de sí mismos
cuarenta años más tarde.

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