viernes, 14 de mayo de 2010

Poéticas - L.A.B. (23)


La elección de un género pictórico por parte del artista figurativo revela una deliberada apuesta lingüística más allá de lo temático y la posible teoría de los contenidos. De este modo, la pintura de paisaje explica de sobra una predilección por una estética que propende tanto a la fantasía colorista como a una libertad formal de la representación que alcanza en ocasiones la alusión más sutil del modelo, y menos su constatación artística minuciosa. La fascinante combinatoria del color, la forma y la regla o no-regla de los elementos artísticos en el género del paisaje arriba a una expresión siempre atractiva y renovada del arte de lo figurativo. La diablura cromática que permite la exuberancia del muestrario telúrico (visualizado o simplemente reinventado), las connotaciones que la sintaxis terrena propicia para una constante improvisación formal y un repertorio casi inagotable en lo expresivo conduce finalmente a una exposición de lo natural que tiene tanto de pintura simbólica como de antojo expresionista. Nos hallamos, frente a las obras de los artistas más afortunados, ante una dialéctica de lo inteligible pictórico y la interpretación intimista a través de una convención plástica que, como señal de su incuestionable poder de convocatoria en el campo del discurso estético de imitación (siempre próximo no obstante a lo abstracto en los casos más reflexivos) se perpetúa a lo largo del tiempo hasta nuestros días.

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