Por ser hoy aniversario de aquella desolación (peor que el cuerpo abatido, herido o enfermo, roto, las voces como puñales, las técnicas del desprecio de los doctores dolor) apunto el cálido gris de la mañana, el bochorno previsible al mediodía, las rutinas vespertinas hasta la noche sin duelos: leer antiguos poemas, la palabra “clepsidra”, las manzanas en el plato, la sonata veintiuno.
La tristeza no es la de hoy. Tiene este día la gracia de ser no lo que es. Su huella será un engaño de aquellos moldes soberbios que aposenta la memoria, el álgebra del presente entre el recuerdo y la nada de lo que fue y está siendo.
viernes, 7 de mayo de 2010
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