viernes, 21 de mayo de 2010

Poéticas - L.A.B. (26)


Esa orografía sentimental que recorre tierras, que baja cañadas y recorre ramblas, que otea el horizonte desde lo alto está teñida de la sabia estructura del ojo del pintor, una mirada líquida que selecciona o deforma, que reinventa o simplemente colorea bajo la égida de un arbitrio soberano y prepotente: modifica la naturaleza, la muestra desde la invención, la acota porque sí, o la trocea, la reitera en diversos ángulos desmenuzándola a la luz. La desnudez del páramo o la ladera desarbolada, el otero calcinado por el sol de agosto, el collado polvoriento que fulge bajo un cielo blanco y cegador, la mancha roja del keuper, los borrones verdes, el calvero ralo y el umbroso lecho del sotobosque, geología plural que celebra la ocurrencia singular o el divertimento cromático… Todo parece responder al desmesurado entretenimiento de corregir a la naturaleza, perpetrarla de amaños a base de trucos de fullero artista y genial, domeñarla desde la batuta del vigoroso pincel, el certero espatulazo.

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