martes, 11 de mayo de 2010

Poéticas - L.A.B. (22)


Una pintura inscrita en lo realista subraya su carácter informador sea cual fuere el género que practique. Nos apresuramos a señalar que utilizamos el vocablo “realista” en función de la dilucidación y comprensión más básica de una obra de arte intemporal, y nunca apelando a las obras que definen al movimiento post-romántico. Lo primordial en lo “realista” es una comunicación visual que únicamente demanda del espectador una visión plácida de los componentes que integran el cuadro. La cantidad de información convocada en términos artísticos no depende tanto de lo representado (el realismo de lo figurativo, aún sin ser inequívoco, no admite duda en cuanto su proyección semántica) como de los elementos y principios técnicos en su resolución. La instancia representacional, en virtud de su grado de legibilidad, por su pronto reconocimiento, se ve relegada por el estudio siquiera somero de la técnica (dibujo, color, proporcionalidad etc.) que ha posibilitado lo figurado en el lienzo. Su verismo, tan patente, tan privilegiado por la mirada, pierde un poco de importancia ante el conjunto de pertrechos técnicos que obran para la consecución del cuadro que, finalmente, es lo que termina pareciendo admirable al espectador medio, tan ineducado en el fondo. En resumen, lo “realista” propicia aquella certidumbre de lo “verídico pictóricamente”, ensalzado (y, por añadidura, tan degradado) por aquel espectador y su estrechez de miras.

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