lunes, 17 de mayo de 2010

Poéticas - Adrea I (24)


Alejadas ya las primeras tentativas factuales, todavía balbucientes, como si un aire de urgente provisionalidad imprimiera unas intervenciones poco plausibles en una estilística de evolución, al cabo se revela una definición capaz de promover un nuevo arte que exige nuevos procedimientos e inéditas resoluciones. Sería de una voluntad de transición de aquellos dos polos de actuación postminimalista, el propio minimalismo y el arte povera, que surge el land-art o “earhworks”, término como se le conoce también en el mundo anglosajón. Con este movimiento, cuya intencionalidad y definición artísticas todavía hoy influyen mucho más de lo que se piensa en la propuesta escultórica contemporánea, la desmaterialización del arte, si bien no se apoya en lo “ideal” estricto, en el puro concepto, desobjetualiza la obra artística al insertarla en un contexto que finalmente prevalece como elemento primordial: el espacio, el lugar, no sólo determina la obra artística. Es la intervención artística la que activa aquel espacio y le confiere su categoría plástica por encima de ésta. El hecho artístico sería, pues, el medium para aquella señalización espacial.

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