martes, 19 de enero de 2010

K. (II)

[Ese judío divertido y genial miente: quiere escapar de la vida con la falsa estratagema de la escritura... Agota el pensamiento en el pesimismo más radical. ¡Sin querer nos retrata la abyección de todo lo cotidiano, el absurdo de las épocas!]
El protocolo de la muerte, el placer de su ceremonia... (Se hablaba a sí mismo: de los colores, él diría, dorado, azul y negro; aunque...)
Ah, si el rojo es el más bello, el color más querido es el verde... ¡el blanco es para los imbéciles!, y el amarillo hostiga...
... Piensa en el invierno atroz de esta ciudad, en sus calles desiertas envueltas en la niebla y el frío de la piedra, en el silencio blanco de la nieve. El paseo retorcido y continuo, oblicuo, desconcertante, le conduce nuevamente al puente barroco...
[El era la misma metáfora. ¡Qué tipo medieval escondido bajo la ropa moderna, el ridículo sombrero..., todos los melindres sacados a la luz!]
[G.B., que hablaba de parábolas. F. le secundaba en eso (...) Y D.G. relegaba cualquier texto, lo tachaba de superchería...: "Ese tipo enclaustrado y quejica, ese espíritu bochornoso, ¿a qué ha de influir todavía?"]

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