domingo, 10 de enero de 2010

Muerte de M. (fragmento 94)

T.B., por B.: de una conversación prolongada ya sin temor hasta el
anochecer. "... Hablan del clásico, de un poema, de ellos mismos.
Más allá de aquéllo...
Ya sin significados..."
Lo demás...
Todo sucede convenientemente, y sin ninguna afectación
por su parte, con sencillez. (II, 45).
Cuando M. lo quiso:
B. se le acerca. M. le detiene en seco con la mirada,
y le dice algo terrible.
....................…………………………………………………………………
T.B.: "Te das cuentas de la insoportable monotonía
de los monstruos, su fealdad... tan inteligente.
Diríamos: bien sobrellevada..."
[No olv.: T.B. me regalaría el ejemplar de Scribner, cuando Brell ya
desapareció. ¡La infame desesperación de...!]
... Un deber que hay que cumplir hacia ese buen prójimo: "Ayúdame"...
Y se lleva a cabo esa magnífica caridad. El dulce recuerdo pervive...
Ahora que...
Unos minutos después M. se dormía simplemente, sin felicidad.
(Una de las manos, astillosa y pálida,
cuelga a un lado del sillón,
parece un raro... animal muerto...)
B. mira el cuerpo que será quemado.
Al rato, observa que M. entra en coma.
La respiración se hace lenta, lentísima, y cesa del todo.
B. coge el cuaderno de tapas rojas. Abandona la habitación.
Busca el libro entre las sombras.
Sale de la casa oscura y cierra la puerta tras él girando dos veces el
pestillo. Bien sellada queda...
"Es una creación de sufrimiento... Seguro que el diablo..."

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