lunes, 1 de marzo de 2010

JOSE GRAU, dibujante (7)


Lo que haya de creacional más allá de lo visualmente explícito en el tebeo procede tanto más de la técnica dibujística de su autor, del planteamiento estético (pero aparencialmente legible) y sus correlatos plásticos (encuadres, secuenciación, ordenación de planos) que de otra suerte de componentes militantes y/o políticos. La estructura narrativa del cómic, su propio léxico gráfico es reacio a lo connotativo, a lo oscuro en el significado primario de su relato, y propende a una exposición inequívoca de sus postulados, tanto a un nivel inocuo como de propaganda deliberada. Y ello debe primar sobre cualquier otra circunstancia, de ahí el maniqueísmo observable en gran parte de sus colecciones seriadas, y de ahí su arrebatadora inocencia en el conjunto de sus intenciones. Hasta en el cómic más ideologizado o incluso censurable la propuesta es de una claridad grosera, evidente, sin que reniegue o se esconda en ningún momento de su compromiso, lo que le proyecta, de inmediato, a un discurso sin alevosía, tan llano y plano como el color de las viñetas en los “monos”.

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