jueves, 25 de marzo de 2010

Poéticas - A.T.R. (15)


Una reflexión en torno los materiales utilizados por el artista contemporáneo conduce irremediablemente a aceptar el amplio concepto que las propuestas plásticas actuales entienden por “soporte”, el lugar de la acción artística. Si con anterioridad se había alcanzado un grado tal de libertad procesual como para admitir la súbita categorización de los procedimientos hasta elevarlos a un pattern estético, un elemento ya visible en la obra, transitivo y hasta prioritario en casos señalados, hoy en día ni siquiera cabe plantearse cualquier interrogante en cuanto a la valoración consensuada en el plano artístico de materiales, antojos, procesos, amontonamientos, disfraces, invenciones o manipulaciones. Nada resulta marginal o frívolo respecto a la selección objetual y/o material, ni a su mismo proceso de adecuación: reunión heterogénea de trastos, matar un animal, mostrar cadáveres de seres humanos disecados, elevar un solo tronco en el impoluto espacio de una galería -sacramentada, por supuesto-, una comida entre amigos, el ruido de una grabación, la proyección de un vídeo de la misma nada o del silencio, la fotografía desenfocada de la realidad (o no realidad), mierda de artista enlatada… Nada resulta superfluo, original o prohibido. Porque a nada se representa, y la realidad del juego es el juguete mismo. Es simplemente materia de mil usos. Como se ha dicho, el arte contemporáneo ya sólo es una cuestión de confianza. Porque, como también se ha dicho, estamos en el fin del arte. Pero el fin del arte de los próximos siglos. Un nuevo comienzo, en suma.

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