miércoles, 3 de febrero de 2010

Conversaciones (3)

"Sí, y está..."
"No, no... Ellos, no. Sólo trabajan con S. y T., algo de P. también..." [Anotación propia: ¡oh, ese horrible realismo...! Qué atroz... Cerciorarse de X., en especial... o A.L.G.]
"Ahora que lo pienso... [Había observado que M.B. no bebía ni una gota de champaña. Esos cuidados me hacen temer, desconfío enseguida...], tal vez M.V. nos pueda vender el Camouflages, un 2,5 X 3,5. (risas). Pensará que es falso... Bien sabe él que no... Ah, no será fácil colocar esa pintura. No me importa que sea gay. Pero es un hijoputa. Eso es lo que me previene de veras de tipos como él."
"Excelente pared. ¿Y en Alemania? Se han precipitado de lleno en el mercado."
"No: allí, no... Sólo expresionismo... Bueno, hasta dentro de media docena de años... Acaso L.F., la Transvanguardia... Pero ¿cómo conseguir una de esas obras? Los italianos han sobrevalorado el mercado."
"En fin..."
[Alguien (¿la voz de R.?): "Me dijo: ¡mátala, mátala...!"]
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"Tienes mala cara... ¿qué ocurre...?"
[Esa cara: parece hecha a base de blasfemias y pecados cochinos...]
"¿De veras? ¡Qué dices…¡ Demasiado tiempo delante del ordenador... El resplandor catódico... y todo eso, supongo."
"Deberíais escribir a mano.... Como antes. Ese contacto con la tinta y el papel..."
"Es posible... Bueno. ¿Lo tendrás en cuenta? Querría comprar un par de cosas... M., o algo parecido. Os podrías encargar vosotras mismas de eso. No es que me disguste, pero B... Sólo vende en Bar...”
“¡Mira ese cabrón…! Las manos…”
“Tu hermana me dijo algo acerca de eso: cuidado con lo que haces, el arte local no sirve de nada, nada, nada..."
"También vende en París, eh. No podemos apresurar una venta. Perderías mucho dinero. ¡Qué equivocación! La gente es muy receptiva a las prisas... Se da cuenta, ¿sabes? Acecha en todo momento. Hay que esperar. Y, ahora, ¡está la maldita escultura...! La crítica la ensalza, pero repele al mercado ¿Cómo diablos vas a vender una idea en el aire..., unos trastos que ni siquiera forman un rompecabezas... Sólo es un escenario de ida y vuelta."
[Le pregunté por F.B. ¿Y si hubiese comprado algo de él? Otra vez palabras ilegibles.]
"Se muere", dijo. "Programamos una exposición antes del verano, como cierre de temporada... Toda su última producción. Pero, francamente..."
[Durante muchos meses de después estuve importunando a M.B. y a su hermana. Sin condiciones les había entregado el dibujo de B. Siempre que les preguntaba acerca de él contestaban invariablemente lo mismo: "No, no, todavía no. Todavía no." No sé en cuánto lo venderían. Pero, finalmente, me entregaron una buena cantidad de dinero.]
[La voz clara y despectiva de G.: ¡El paisaje, el paisaje...! ¡Maldita sea! ¿Aún estamos en eso...? ¿Quién vive realmente en el paisaje? Sólo muros, una ciudad de piedras y cristal, y acero, el alma...]
[Un arte que no conspira... ¿qué importancia puede tener? ¡Vamos!]
M.B. (miro subyugado cómo se mueven los labios húmedos, la boca roja entreabierta mientras habla...):
"Una de las cosas inexplicables que dijo W., poco tiempo antes de morir: De verdad, ha sido un día muy corto. Además, es curioso. Ese mismo día, exactamente una semana después, moría sin que se haya podido esclarecer la causa de la muerte."
"¿Tiene eso alguna trascendencia?"
"Sí... Puede tenerla, claro. A muchos les fascinan esas pequeñas circunstancias... Lo morboso... es... "
"Morirse es algo muy normal..." [Cierta frialdad mía: me preserva del mal gusto (...) Bien, la dejaba hablar. Así estábamos... Creo que no terminé la frase.]
"Todo, absolutamente todo, tiene importancia en el arte una vez ha entrado el dinero en juego. El VHS, por ejemplo... ¡Bueno, no te cuento...!"
"¿...?"
(Me sentía mal. Necesitaba tomar el aire.)
"El sida... ¡qué magnífico revulsivo para un arte que agonizaba! ¡Si se han disparado las ventas... de algunos! Es una lotería... ¡siniestra!"
"Me ha parecido ver a..." [Alargo el tronco, busco con la mirada. La copa medio vacía, tibia y con la huella de los dedos...] "¿Es él...?" [Pienso: (¿El sida...? Ah, comprendo bien, bien...)]
"Si te deshaces del B., yo que tú, bueno, compraría algo de T., los dibujos de 40... Algo así... ¿Quién...? ¡Ah, no! Está en..."
"... ¡Qué ocurrencia...!" [En 1987, un año, o poco más... T.: se vuelven viejos, se descalifican, son famosos y ricos (lo ocultan), buscan desesperadamente el halago (la adulación les aleja el pensamiento de la muerte), con el concepto amanerado...]
"Se ha puesto de moda la aguada... ¡Esos cartones mojados..! Las pálidas tonalidades, las veladuras... W., ha sido un día muy corto... Estremece pensarlo... Ja, ¿quiere usted una acuarela, don Mierda con dinero?..."
[Taché lo que dijo a renglón seguido. ¿Qué quería demostrar? Pero, ¿todavía hay que creer en los presentimientos? (J.H. ha leído esto; puso una nota escrita con lápiz rojo -¿por qué siempre el lápiz rojo?- aquí mismo: "Si se trata de los presentimientos de los otros, ¡desde luego que sí!") Voy a deshacerme de esta página, de una docena de ellas.]
Pensaba en un lugar lejos de allí. Me ardía la cabeza. ¿Podría aprovechar ese dolor?
Dijo: "No merece la pena ser prudente. El valor en el arte consiste en ser todo lo contrario de lo que proclama esa virtud tan paralizante, pero midiendo realmente las consecuencias, sin que haya ocasión para las sorpresas ni la locura. Calcular, y todo eso..."
[Para S.: escribía en cuartillas en esa época. Mecanografiaba muy mal. Corregía en tinta azul... ¡Mi vieja estilográfica!]

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