miércoles, 3 de febrero de 2010

Literaturas (XX)-2

En 1933 un tal Andrés Corthis, un hombre todavía joven, de rostro carnoso y mirada blanda, publica en el suplemento de los sábados del diario bonaerense Crítica (Revista Multicolor de los Sábados, número 11, 21 de octubre de 1933) un cuento titulado Hermanos enemigos. El autor sitúa la acción en la costa catalana, a varios miles de kilómetros del confortable salón donde lo escribe. Los nombres de los dos personajes, hermanos mellizos, responden a los nombres de Pepe y Kimet. El tercer personaje, de triste final, se llama Lola. En el relato se citan, como al desgaire, las localidades de Canet, Calella y Mataró. Una especie de tipismo nominal acaso prescindible, ya que la trama muy bien podía haberse desarrollado en la India, New Jersey o en alguno de los barrios porteños que tan próximos tenía el autor: San Telmo, por ejemplo, repleto de esas casas bajas que tanto le gustaban.
El estilo del relato propende a la descripción algo fatigosa (“…eran hombres creyentes y temían el castigo que se abate sobre los malos (sic) hermanos…”; “…los corazones feroces de Pepe y Kimet…”; “…su pecho era alto, sus ojos vivaces, sus mejillas redondas como las mejillas (sic) de las mujeres muy jóvenes…”; “…interrumpió su tarea para cantar una malagueña…”; “…toda la violencia de sus pasiones…”; “Pero un grito sobrehumano, desgarrador (…) les hizo incorporarse como electrizados…”.
En realidad, el cuento muy bien podría haber sido incluido en alguna antología de los relatos primerizos del mismo Blasco Ibáñez, si bien con algunos retoques, especialmente en lo que concierne al vigor del lenguaje y la tensión dramática de los acontecimientos. Sólo que el cuento se inspira en otro, “Adolescencia” (de unos misteriosos González Trillo y O. Behety), ya publicado en el número 3 del suplemento, y agota de este modo su capítulo de influencias.
Treinta y siete años más tarde Andrés Corthis, que entonces cuenta 71, se ha reencarnado en Jorge Luis Borges, mucho más, literariamente hablando, que el excelente cuentista y estimable poeta que asoma en sus obras (puesto que su magisterio para bien -o para mal en algunos casos- ha sido extensísimo en los escritores en español).
Borges, en 1970, se autoplagia y no sólo rectifica a Corthis, sino que lo asesina del todo para siempre jamás… excepto para las hemerotecas. Así, en 1970 aparece en las librerías El informe de Brodie, una colección de relatos que, como el mismo autor explica en el inevitable prólogo, de 19 de abril de 1970, sólo aspiran a distraer y conmover, no a persuadir. En ese liminar el escritor afirma que no pretende ser Esopo, que se ha afiliado al partido conservador, y que le tiene sin cuidado el Diccionario de la Real Academia, puesto que, como refiere su admirado Paul Groussac, “dont chaque édition fait regretter la précédente”. El índice del libro consta de 11 cuentos. Todos magníficos. En sus páginas la prosa pedestre de Corthis ha desaparecido sin dejar rastro. El lenguaje se ha convertido casi en un prodigio.
Entre los cuentos figura uno, “La intrusa”, que recupera la trama del pobre Corthis, los desventurados “Hermanos enemigos”. Ahora los personajes se llaman Cristián y Eduardo Nilsen (o Nelson) y Juliana Burgos, una mujer de tez morena, no mal parecida.

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